El logro del Padre Universal es el pasaporte para la eternidad, a pesar de los circuitos que aún quedan por atravesar. Es por lo tanto una ocasión pletórica, en el mundo piloto del círculo número tres, cuando el trío de tránsito anuncia que la última aventura del tiempo está por comenzar; que otra criatura del espacio intenta ingresar al Paraíso a través de las compuertas de la eternidad.
La prueba del tiempo está casi concluida; la carrera de la eternidad se ha corrido casi por entero. Los días de incertidumbre están terminando; la tentación de la duda se desvanece; el mandato de ser perfecto ha sido obedecido. Desde el fondo mismo de la existencia inteligente, la criatura del tiempo y personalidad material ha ascendido las esferas evolucionarias del espacio, probando así la posibilidad del plan de ascensión, mientras demuestra por siempre la justicia y rectitud del mandato del Padre Universal a sus criaturas humildes de los mundos: “Sed perfectos, así como yo soy perfecto”.
Paso a
paso, vida a vida, mundo a mundo, la carrera ascendente ha sido conquistada, la
meta de la Deidad se ha logrado. La supervivencia es completa en perfección, y
la perfección es pletórica en la supremacía de la divinidad. El tiempo se
pierde en la eternidad; el espacio se hunde en la identidad y armonía adoradora
con el Padre Universal. Las transmisiones de Havona envían al espacio informes
de gloria, la buena nueva de que en verdad las criaturas conscientes de
naturaleza animal y origen material se han tornado, a través de la ascensión
evolucionaria, en realidad y eternamente en los hijos perfeccionados de Dios.
Fundación Urantia, “El libro de Urantia”, p. 323 – 324.
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