Aquellos que no triunfan en el primer esfuerzo del logro de la Deidad, avanzan del círculo que presenciara su fracaso directamente al segundo círculo antes de ser enviados nuevamente al servicio del superuniverso. De este modo, los asesores y consejeros también sirven como consejeros y consoladores de estos peregrinos desalentados. Acaban ellos de enfrentarse con su desilusión más grande, que no difiere de manera alguna de la larga lista de tales experiencias por las que han trepado, como en una escala, del caos a la gloria: excepto en su magnitud. Estos seres son aquellos que han bebido de la copa experiencial hasta el fondo; y yo he observado que ellos retornan transitoriamente a los servicios de los superuniversos como el tipo más elevado de ministradores amantes para los hijos del tiempo y las desilusiones temporales.
Después de una larga estadía en el circuito número dos, los sujetos de la desilusión son examinados por un concilio de perfección en el mundo piloto de este círculo y se les certifica como habiendo pasado la prueba de Havona; y esto, en cuanto a lo que respecta al estado no espiritual, les otorga la misma posición en los universos del tiempo que tendrían si hubiesen tenido éxito en la aventura de la Deidad. El espíritu de estos candidatos era totalmente aceptable; su fracaso era inherente a alguna fase de la técnica de acercamiento o alguna porción de sus antecedentes experienciales.
Luego, los asesores del círculo los llevan ante los jefes de asignación en el Paraíso y son enviados de vuelta al servicio del tiempo en los mundos del espacio; y salen con regocijo y alegría a las tareas de días y edades anteriores. En otro momento volverán al círculo de su mayor desilusión e intentarán nuevamente la aventura de la Deidad.
Para los peregrinos triunfantes, se ha acabado en el segundo circuito el estímulo de la incertidumbre evolucionaria, pero la aventura de la asignación eterna aún no ha comenzado; y aunque la estadía en este círculo sea totalmente placentera y altamente beneficiosa, carece de algo del entusiasmo motivado por la anticipación de los círculos anteriores. Muchos son los peregrinos que, en estos momentos, echan una mirada hacia atrás, hacia la larga, muy larga lucha pasada, con envidia regocijada, deseando realmente poder de alguna manera regresar a los mundos del tiempo y comenzar el viaje otra vez, así como vosotros los mortales, al acercaros a la edad avanzada, a veces echáis una mirada hacia atrás, hacia las luchas de la juventud y de los primeros años de la vida y verdaderamente deseáis vivir otra vez vuestra vida.
Pero la travesía del círculo más interior está frente a ellos, y poco más adelante terminará el último reposo de tránsito, y comenzará la nueva aventura de la carrera eterna. Los asesores y consejeros del segundo círculo comienzan la preparación de sus sujetos para este reposo grande y final, el sueño inevitable que siempre sobreviene entre las etapas de época de la carrera ascendente.
Cuando
los peregrinos ascendentes que han logrado al Padre Universal completan la experiencia
del segundo círculo, sus Guías de los Graduados siempre a su lado promulgan la orden
que los admite al círculo final. Estos guías conducen personalmente a sus
sujetos hasta el círculo interior y los confían allí a la custodia de los
complementos del reposo, la última de aquellas órdenes de supernafines
secundarios asignada al ministerio de los peregrinos del tiempo en los
circuitos de los mundos de Havona.
Fundación Urantia, “El libro de Urantia”, p. 324 – 325.
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