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Los Directores del Censo

A pesar de que la mente cósmica de la Inteligencia Universal es conocedora de la presencia y andanzas de todas las criaturas pensantes, existe y opera en el universo de los universos un método independiente de mantener el recuento de todas las criaturas volitivas.

Los Directores del Censo constituyen una creación especial y completada del Espíritu Infinito, y existen en números que nosotros no conocemos. Son creados de manera tal para mantener una sincronía perfecta con la técnica de reflexividad de los superuniversos, mientras que al mismo tiempo son personalmente sensibles y responden a la voluntad inteligente. Estos directores, mediante una técnica no plenamente comprendida, tienen conciencia inmediata del nacimiento de la voluntad en cualquier lugar del gran universo. Son por lo tanto siempre competentes para divulgar el número, naturaleza y andanzas de todas las criaturas volitivas en cualquier parte de la creación central y de los siete superuniversos. Pero no funcionan en el Paraíso; no hay necesidad de ellos allí. En el Paraíso el conocimiento es inherente; las Deidades saben todas las cosas. 

Siete Directores del Censo operan en Havona, estando uno estacionado en el mundo piloto de cada circuito de Havona. A excepción de estos siete y de las reservas de la orden en los mundos paradisiacos del Espíritu, todos los Directores del Censo funcionan bajo la jurisdicción de los Ancianos de los Días. 

Un Director del Censo preside en la sede central de cada superuniverso, y bajo el mando de dicho director en jefe hay miles y miles, uno en la capital de cada universo local. Todas las personalidades de esta orden son iguales, excepto aquellas en los mundos pilotos de Havona y los siete jefes de los superuniversos. 

En el séptimo superuniverso hay cien mil Directores del Censo. Y este número consiste enteramente en aquellos asignables a los universos locales; no incluye el séquito de Usatia, el jefe superuniversal de todos los Directores de Orvonton. Usatia, al igual que los otros jefes superuniversales, no está sintonizado directamente para captar la voluntad inteligente. Está sintonizado únicamente a sus subordinados estacionados en los universos de Orvonton; de este modo, actúa como magnífica personalidad totalizadora para los informes de ellos, que provienen de las capitales de las creaciones locales. 

De cuando en cuando los registradores oficiales de Uversa colocan en sus registros el estado del superuniverso, tal como está indicado por las captaciones en la personalidad de Usatia y sobre la misma. Dichos datos de censo son indígenas a los superuniversos; no se transmiten estos informes ni a Havona ni al Paraíso. 

Los Directores del Censo se preocupan de los seres humanos (así como también de otras criaturas volitivas) tan sólo hasta el punto de registrar el hecho de la función de la voluntad. No se ocupan de los registros de tu vida y de tus acciones; no son en ningún sentido personalidades que registran. El Director del Censo de Nebadon, número 81,412 de Orvonton, actualmente estacionado en Salvington, está en este mismo momento personalmente consciente de tu presencia viviente aquí en Urantia; y otorgará a los registros confirmación de tu muerte en el momento en que cesas de funcionar como criatura volitiva. 

Los Directores del Censo registran la existencia de una nueva criatura volitiva cuando ésta realiza la primera acción volitiva; indican la muerte de una criatura volitiva cuando tiene lugar la última acción volitiva. El surgimiento parcial de la voluntad, observado en las reacciones de algunos de los animales más elevados, no pertenece al dominio de los Directores de Censo. No llevan el recuento de ninguna otra cosa excepto de las criaturas volitivas auténticas, y no responden a nada sino al funcionamiento de la voluntad. No sabemos exactamente cómo registran la función de la voluntad. 

Estos seres siempre han sido, y siempre serán, Directores del Censo. Serían comparativamente inútiles en cualquier otra división de labor universal. Pero son infalibles en su función; nunca fallan, y jamás falsifican. Y a pesar de sus maravillosos poderes e increíbles prerrogativas, son personas; tienen una presencia y forma de espíritu reconocible. 


Fuente:
Fundación Urantia, “El libro de Urantia”, p. 293 – 294.

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