Con el paso del tiempo y el crecimiento de las poblaciones, el intercambio comercial se volvió más importante. Así se originó la primera gran ciudad mesoamericana del Estado de México, Teotihuacan.
La principal actividad económica de los teotihuacanos fue la fabricación de objetos de obsidiana y otros minerales. Con base en la obsidiana crearon una extensa red de intercambios comerciales que perduró hasta el siglo VIII de nuestra era. Esto permitió la exportación de su cultura y sus conocimientos. Los teotihuacanos llegaron a intercambiar sus productos y técnicas en lugares muy distantes hacia el norte, al Golfo de México y hasta Kaminaljuyú, en los altos de Guatemala.
El comercio profundizó las diferencias sociales entre los teotihuacanos, con lo que aparecieron linajes de señores nobles que organizaron el gobierno. La ciudad de Teotihuacan obtenía sus alimentos gracias a muchas aldeas de campesinos, que trabajaban la tierra para sostener a la gran ciudad. En ella se concentraba la riqueza material y el poder político. La mayoría de los habitantes de la ciudad se dedicaba a la artesanía.
Durante su apogeo, entre los años 400 y 600 d.C, Teotihuacan llegó a albergar más de 200 000 habitantes provenientes de distintos lugares y grupos étnicos. Muchos de ellos trabajaron en la construcción de edificios como la ciudadela, el mercado y el palacio de los jaguares.
Los teotihuacanos comían maíz, frijol, calabaza y chile. Completaban su dieta con frutos que recogían y animales que cazaban, como conejos, venados, armadillos, ardillas, aves lacustres y pescados. También se alimentaban de animales domésticos como guajolote y perro, y de tortugas, insectos y ranas.
La vida cotidiana de la gran ciudad de Teotihuacan estuvo organizada en espacios públicos distribuidos a lo largo de un eje principal conocido como Calzada de los Muertos. De norte a sur, la calzada comienza en la plaza de la Pirámide de la Luna, donde se realizaban ceremonias religiosas; después está la Pirámide del sol que, se cree, estuvo dedicada a un dios del agua. En el extremo sur había grandes espacios abiertos donde se instalaban el mercado, los edificios de gobierno y las casas de la nobleza gobernante.
Entre los grandes espacios abiertos, había más de 2000 conjuntos de vivienda organizadas en barrios, donde cada familia tenía su lugar para dormir, comer, asearse y rezar a sus dioses.
Teotihuacan se fundó cerca de unas minas de obsidiana y en el cruce de dos rutas comerciales. En sus inicios, 100 años a.C, ya albergaba alrededor de 80 000 habitantes, que convirtieron en lugares sagrados las numerosas cuevas que encontraron. Sobre estas cuevas levantaron templos dedicados a los dioses, como las pirámides del Sol y de la Luna.
Las deidades más importantes de los teotihuacanos fueron el dios de la lluvia, el del fuego, la diosa del agua, la diosa de la tierra, la Serpiente Emplumada y el dios de la procreación y la primavera. Muchos años después estos dioses fueron conocidos con nombres mexicas: Tláloc, Huehuetéotl, Chalchiuhtlicue, Coatlicue, Quetzalcóatl y Xipe Tótec.
Fuente:
Generación 2014. La entidad donde vivo. México, Ed. Comisión Nacional de Libros de Texto Gratuito, p. 68 – 71.
App CONALITEG Digital. Generación 2014. La entidad donde vivo. México.
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