Religión y poder político después de 1776

La mayor parte de los Estados exigían “religious tests”, es decir, pruebas de discriminación religiosa que condicionaban la idoneidad para el desempeño de cargos públicos. Así, por ejemplo, en New Hampshire, New Jersey, North Carolina y Massachusetts dichos cargos se permitían sólo a los protestantes... El proceso de separación completa de Iglesia y Estado en los distintos Estados de la Unión, así como el de eliminación legal de los “religious tests” para los cargos públicos, fue largo y gradual. Hasta 1833 no pudo darse por terminado...

Durante este período de liberalización no deja de manifestarse, sin embargo, en la mayoría de la población y de sus líderes la convicción de que los fundamentos de la sociedad americana eran protestantes, es decir, de que fue el protestantismo el que, de una manera o de otra, creó la ideología y las instituciones de dicha sociedad. 

La discriminación religiosa era una herencia de Inglaterra, como se había dado, por ejemplo, en la sojuzgada Irlanda en los siglos XVII y XVIII, donde los católicos eran sometidos a una dura persecución, aplicándoseles las leyes penales inglesas, excluyéndolos de derechos políticos y sociales. En Estados Unidos la discriminación se mitigó con respecto a la que existía en Inglaterra, por el hecho de que fue en sus orígenes una sociedad formada por emigrantes que huían de las persecuciones de la madre patria, que plasmaron en sus primeros documentos políticos sus anhelos de libertad e igualdad, y porque entre ellos había también católicos, como los que fundaron Maryland. 

“Para la inmensa mayoría de los americanos de los siglos diecisiete y dieciocho, el catolicismo no era simplemente otra confesión cristiana más, otra forma de interpretar a Dios y a Jesucristo, sino una mezcolanza de decadencia, superstición, corrupción y autoritarismo. A sus ojos, papismo equivalía a despotismo puro y simple. El papado sofocaba la libertad y hacía imposible la independencia. Además, era un despotismo extranjero aliado con los reyes de Francia y España que también se oponían tenazmente al progreso de la libertad. Más aún, la Iglesia era una conspiración cuyos planes se hacían en secreto, y su jerarquía era inescrutable y sinuosa. La Iglesia romana, cuando se hacía con el poder, no toleraba oposición alguna. La distinción que hacía entre sacerdotes y fieles corrientes engendraba la corrupción en cardenales y obispos, en las órdenes religiosas y en el mismo reino papal... Los americanos tendían a creer que allí donde Roma ejercía su influencia, los hombres y las mujeres se hacían dependientes y pusilánimes, fatalistas y supersticiosos, vulgares y pobres”. 

Algunas diferencias entre el Protestantismo y el Catolicismo:

Protestantismo: El individualismo en las doctrinas protestantes: la libre interpretación; “A la autoridad de la organización cualificada para interpretar legítimamente la tradición religiosa del Occidente, el Protestantismo pretendió situar lo que él llama el “libre examen”, es decir, la interpretación dejada al arbitrio de cada uno”. (Guénon, La crisis del mundo moderno, Barcelona, 1982, p. 54, 59-60); Una triple exclusión doctrinal: “Sólo Dios, sólo fe, sólo Escritura”; El acento puesto en la fe; independencia de las obras respecto a la salvación. Falta de comprensión y tolerancia hacia los pobres; Hostilidad puritana hacia el mundo; Segregación en los templos protestantes. 

Catolicismo: “La autoridad religiosa es la guía ordinaria en los asuntos religiosos, en casos extraordinarios no se excluye la propia interpretación. La doctrina protestante sostiene que el libre examen es la guía ordinaria en asuntos de religión”. (Newman, J. H. (1996). Carta al duque de Norfolk. Madrid: Rialp, p. 65-71). Tienen importancia en la economía de la salvación los mediadores, los sacramentos, las obras, la tradición. Importancia de las obras para la salvación: Actitud caritativa respecto a los pobres. El hombre ha recibido el mandato de administrar un mundo que no le pertenece y que debe respetarlo. La no segregación de los fieles en los templos católicos. 


Fuente:
Jesús M. Sáez, “Historia de Estados Unidos”, p. 5 – 6.

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