No hay que creer, sin embargo, que la piedad de los
puritanos fuera meramente especulativa ni que se mostrara extraña a la marcha
de las cosas humanas [...] Apenas desembarcados en aquellas inhóspitas costas, el
primer cuidado de los emigrantes es el de organizarse en sociedad... Acaecía
esto en 1620. A partir de dicha época la emigración fue incesante. Las pasiones
religiosas y políticas que desgarraron el Imperio británico durante todo el
reinado de Carlos I, llevaban cada año nuevos enjambres de sectarios a las
costas de América. En Inglaterra, las clases medias continuaban siendo el foco
del puritanismo, y era justamente del seno de las mismas de donde salían la
mayor parte de los emigrantes. (Tocqueville, La democracia en América, libro I,
1ª p., cap. 28).
La nueva sociedad establecida en América tuvo una impronta puritana; al margen de la proporción efectiva de puritanos respecto de otros emigrantes, su peso cualitativo fue determinante. El principal motivo que impulsó a los emigrantes a atravesar el océano fueron las persecuciones de Carlos I: emigraban buscando vivir en libertad, escapando del absolutismo, de la imposición de la Iglesia anglicana, de las pasiones religiosas y políticas de su reinado.
A diferencia de los emigrantes españoles y portugueses, que pertenecían a todas las clases sociales, marchaban en busca de fortuna o movidos por el deseo de evangelizar a los indios... y viajaban solos, los puritanos gozaban de una buena posición económica, formaban parte de las clases medias y viajaban con sus familias.
El puritanismo fue durante mucho tiempo la religión de la mayoría de los estadounidenses. Constituía una interpretación del mensaje evangélico, suscitada por Calvino, algunas de cuyas apreciaciones eran que todo hombre puede entrar en comunicación directa con la divinidad; que el mundo es intrínsecamente malo y la vida una peregrinación difícil hacia la salvación; que algunos hombres han sido destinados a ella y uno de los signos de los predestinados es haber recibido el mensaje evangélico, especialmente en su modalidad calvinista o puritana; otro, el éxito y la riqueza, consecuencia del ejercicio de las virtudes; los pobres recibían las consecuencias de su imprevisión y falta de vida virtuosa; a diferencia del evangélico “bienaventurados los pobres”, la bienaventuranza recaía sobre los acomodados. Fue el puritanismo el que impulsó la creación de la democracia política.
Fuente:Jesús M. Saez, “Historia de Estados Unidos”, p. 3.
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