Como todos los Bancos Centrales modernos, Banxico es una institución pública con mandatos claros, que asume funciones y responsabilidades establecidas por la ley. En los últimos años, se le ha otorgado autonomía tanto para la toma de decisiones como para su gestión.
¿A qué nos referimos con autonomía de los Bancos Centrales?
La autonomía es una forma de división de poder y se refiere a una situación de independencia relativa. A diferencia del concepto de soberanía, que significa independencia total respecto de cualquier poder externo, la autonomía es un concepto restringido: no hay separación de la banca central respecto a los poderes públicos, sino la debida coordinación de esfuerzos.
Al aislar su actuación de presiones políticas, se espera que se obtengan mejores resultados. Los Bancos Centrales son las únicas entidades que ponen a circular billetes y monedas en un país y su tarea principal es el combate a la inflación y su papel de supervisor financiero es fundamental para la estabilidad del sistema financiero. Sin embargo, sus actividades no están exentas de límites y riesgos.
La autonomía, en su sentido más amplio, tiene dos dimensiones. La primera, conocida como Independencia Operacional, es la libertad que tiene el Banco Central para elegir instrumentos y objetivos para alcanzar la estabilidad monetaria y financiera. La segunda, llamada Independencia Jurídica, significa que el gobierno no pueda influir en los objetivos y estrategia del Banco, o inclusive directamente en las decisiones del personal de la institución.
La credibilidad de un Banco Central está fuertemente ligada a su autonomía. Además, con su ejercicio, la incertidumbre se reduce y la credibilidad se fortalece.
Por lo anterior, es indispensable la autonomía del Banco de México porque funciona como un dique contra los costos que provoca la inflación, incluso, cuando ha sido relativamente baja. De igual manera, el contexto en que se desempeña el Banco de México es muy distinto al que confrontan los países avanzados. Por ejemplo, el Banco de México no tuvo que bajar su tasa de interés a cero ni aplicar medidas, fuera de lo convencional para estimular la economía.
La autonomía del Banco de México debe funcionar siempre como salvaguarda contra la inflación. La condición de autonomía no sólo es decisiva e importante para la estabilidad de precios, también lo es para la estabilidad financiera. De ahí que las autoridades de regulación y supervisión financiera requieran, a su vez, de la libertad para actuar con el propósito de evitar la emisión de regulaciones enfocadas sólo en el corto plazo y poco efectivas.
Durante episodios de inestabilidad económica alrededor del mundo, como fueron la “Gran Inflación” en los años 70, la “Crisis Financiera Global” de 2008-2009 y el “Gran Confinamiento” a raíz de la pandemia del COVID-19, se ha criticado a los Bancos Centrales. Sorprendentemente, dichos cuestionamientos no se centran en la efectividad y límites de sus políticas, sino en su propia autonomía.
En tal sentido, los Bancos Centrales están sometidos a una continua evolución que responde a cambios económicos, políticos e ideológicos que se van registrando. De ahí que no debe sorprender la naturaleza cambiante de la autonomía y los distintos grados de independencia que es susceptible de alcanzar.
En un sistema democrático, cualquier tipo de independencia tiene como obligación correlativa la transparencia y la rendición de cuentas. Los Bancos Centrales lo hacen a través de sus respectivos congresos o legislaturas y, directamente, con el público en general.
De esa forma y considerando que los temas asociados pueden ser muy vastos y complejos, la comunicación se vuelve crucial y de delicada aplicación quirúrgica.
Por
último, no hay que olvidar que la autonomía de los Bancos Centrales tiene
objetivos muy definidos en el mantenimiento de la estabilidad, para que la economía
funcione adecuadamente. No significa, en forma alguna, la identificación con
alguna ideología en particular, sino claramente el cumplimiento de un mandato
legal que beneficia a la sociedad.
Proteja tu Dinero #270 Septiembre 2022, p. 28 – 29.
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