Madre: en aquel pozo negro
y hondo y frío de la huerta,
que junto al muro se abre,
se cayeron las estrellas...
Yo las estuve mirando
fijamente, desde afuera,
y, con un temblor de lágrimas,
también me miraban ellas...
Entre las grandes hay unas
chiquirrititas que apenas,
abren sus ojos azules,
redonditos como cuentas.
Madre: la culpa de todo
la tiene la molinera;
dejó sin tapar el pozo
cuando se paró la rueda:
Y, atraídas por el mágico
hechizo del agua quieta,
fueron cayendo una a una
las estrellitas viajeras...
Madre: con el cubo grande
con que regamos la huerta,
me voy a pasar la noche
sacando estrellas...
No, hijo: en el pozo negro
deja en paz las aguas quietas;
si las mueves con el cubo,
Ya no verás las estrellas;
...y es mejor vivir creyendo
en cosas que no son ciertas,
que un ensueño se nos borre
y una ilusión se nos pierda...
Estate quieto, mirándolas,
fijamente, desde afuera...
¡las estrellas no se tocan:
solo se ven... y se sueñan!...
Español. Lecturas. 6° Grado, Ed. Comisión Nacional de Libros de Texto Gratuito, p. 87.
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