El Pájaro Cu en el monte
sólito se lamentaba,
se quejaba a su fortuna;
de verse sin una pluma
ya ni cantaba.
La Lechuza en una noche
oyó un triste lamento,
y sentada en un ocote
le dijo a su Tecolote:
—Reúne las aves del viento.
El Tecolote, por viejo,
obraba con rectitud
y les pedía una por una
que le dieran una pluma
al pobre Pájaro Cu.
Todas las aves del viento
entre jardines y flores
se unieron una por una
regalándole una pluma
de diferentes colores.
Dijéronle al Tecolote,
en su precioso gorjear:
—Tú vas a ser el fiador,
no vaya a ser un traidor
cuando comience a volar.
Luego que se vio vestido
para el espacio voló
y al Tecolote, su amigo,
lo dejó comprometido
con la firma que prestó.
Por eso los tecolotes
cantando: ¡Ticú-ticú!
volando de rama en rama de noche,
afligidos llaman al pobre Pájaro Cu.
Por eso los tecolotes
de día no pueden ver,
pues todas las avecitas
con el pico y sus alitas
se los quisieran comer.
El Pájaro Cu voló
para otras tierras mejores,
les decía a los pajaritos:
—De todos mis hermanitos
me vestí de mil colores.
Toditas las tortolitas
cantaban con inquietud:
—Con cuidado, gavilanes,
vayan formando sus planes,
que ahí viene el Pájaro Cu.
Ya con ésta me despido
por las hojas de un pirú
me deben de dispensar
que ya les vine a cantar
versos del Pájaro Cu.
Español. Lecturas. 6° Grado, Ed. Comisión Nacional de Libros de Texto Gratuito, p. 98 – 99.
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