—Nomás los estoy oyendo retobe y retobe, años y años, como burros con bozal o caballo que coge el freno, aquí los oigo como quien oye llover y no se moja, porque no hay peor sordo que el que no quiere oír, y porque perro que ladra no muerde, ni buey viejo pisa mata, y si la pisa no la maltrata, y porque son como la chiva de tía Cleta, que se come los petates y se asusta con los aventadores, o será porque el valiente de palabra es muy ligero de pies, y entré la mujer y el gato ni a cuál ir de más ingrato; además: que para el arriero, el aguacero, y que soy de los que aúllan cuando el coyote, hasta que se cansa y corre; de modo que para qué tantos gritos y sombrerazos, ni tantos brincos estando parejo el llano, pues al fin y al cabo son como los cabrestos que solitos entran, o como gallinas que duermen alto: con echarles maíz se apean, o como el pobre venadito que baja al agua de día, y si no cabrestean se ahorcan, lueguito vendrán a pedir frías, porque quieren jugar al toro sentados; pero recuerden que al son que me tocan bailo, y no soy de los que pierden las cuentas como las mujeres; si les gusta el ruido, ruido; calma y nos amanecemos; en resumidas cuentas: me gustan las cuentas claras y el chocolate espeso.
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