Al principio es sólo una ilusión de óptica: nos parece que la arista rugosa de una piedra rajada hubiera empezado a echar un brote. Poco después, la ilusión toma cuerpo. Es una lagartija que va sacando su carita de vieja por la grieta en sombra. El animalito vacila; los dos puntitos rojizos y brillantes de los ojos acechan, mirando atentos los alrededores. Al fin se decide; pero sale despacio, desconfiada y palpitante. Se detiene unos minutos, gozando la tibieza del sol, y la luz hace brillar su piel de seda. En la claridad se dibuja el fino perfil caprichoso de animal casi fantástico: graciosa mezcla de rana y de serpiente.
La piedra es gris, ocre, blanquecina, un poco azulada y otro poco
violeta. Sobre este arco iris, desteñido y polvoriento, es más rico y llamativo
el verde oro que tiñe el cuerpo de la lagartija. Y es más gracioso el relámpago
zigzagueante con qué el animalito escapa rápido.
Español. Lecturas. 6° Grado, Ed. Comisión Nacional de Libros de Texto Gratuito, p. 52.
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