Una vez, a la hora de la comida, la amiba pensativa le platicó a su
compañera lo que había estado pensando esa mañana:
—A lo mejor —le dijo— el mundo que nos rodea, los ríos, las montañas, los
valles, los grandísimos canales, el cielo, no son tan grandes como los vemos; a
lo mejor este mundo es muy pequeñito y todos los que vivimos aquí no somos más
que unos bichitos diminutos que estamos adentro de otro bicho más grande, y ese
otro bicho está en otro más grande y…
La amiba glotona, que estaba comiéndose una lenteja gigantesca, le dijo que eso no era posible y que consideraba una manera de perder el tiempo pensar en esas tonterías.
Cuando Fausto terminó el plato de lentejas que estaba comiendo, se tomó una medicina y las dos amibas desaparecieron.
Fausto y Enrique, su gordísimo invitado, se quedaron platicando de
sobremesa. Fausto decía que a lo mejor el hombre no era más que un bichito
diminuto que vivía adentro de otro bicho más grande… Pero Enrique, que no había
acabado de comerse su inmenso plato de lentejas, lo interrumpió:
—Eso no es posible —le dijo—, y creo que es una manera de perder el
tiempo pensar en esas tonterías…
Español. Lecturas. 6° Grado, Ed. Comisión Nacional de Libros de Texto Gratuito, p. 29.
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