Aunque los Siete Espíritus Rectores apenas son expresivos de la Deidad triple, son el retrato eterno de la Deidad séptuple, las funciones activas y asociativas de las tres personas por siempre existentes de la Deidad. Por medio de estos Siete Espíritus, en ellos y a través de ellos, el Padre Universal, el Hijo Eterno o el Espíritu Infinito, o cualquier asociación dual, pueden funcionar como tal. Cuando el Padre, el Hijo y el Espíritu actúan juntos, pueden funcionar a través del Espíritu Rector Número Siete, y así lo hacen, pero no como la Trinidad. Los Espíritus Rectores representan singular y colectivamente cada una y todas las funciones posibles de la Deidad, únicas y varias, pero no colectivas, no las de la Trinidad. El Espíritu Rector Número Siete no funciona personalmente con respecto a la Trinidad del Paraíso, y es por esto que puede funcionar en forma personal para el Ser Supremo.
Pero cuando los Siete Espíritus Rectores abandonan sus sedes individuales de poder personal y autoridad superuniversal y se congregan alrededor del Actor Conjunto en la presencia triuna de la Deidad del Paraíso, allí y en ese momento ellos representan colectivamente el poder funcional, la sabiduría y la autoridad de la Deidad no dividida (la Trinidad) ante los universos en evolución y en ellos. Dicha unión paradisiaca de la expresión séptuple primordial de la Deidad verdaderamente comprende, literalmente abraza, todos y cada uno de los atributos y actitudes de las tres Deidades eternas en la Supremacía y en la Ultimidad. Para todo propósito práctico los Siete Espíritus Rectores comprenden, allí y en ese momento, el ámbito funcional del Supremo-Último en el universo maestro y para el mismo.
Por lo
que podemos discernir, estos Siete Espíritus están asociados con las
actividades divinas de las tres personas eternas de la Deidad; no detectamos
prueba alguna de una asociación directa con las presencias funcionales de las
tres fases eternas de lo Absoluto. Los Espíritus Rectores, cuando se asocian,
representan las Deidades del Paraíso en lo que puede concebirse groseramente
como el ámbito finito de acción. Podría comprender mucho de lo que es último, pero
no de lo absoluto.
Fundación Urantia, “El libro de Urantia”, p. 203 – 204.
Comentarios
Publicar un comentario
Si deseas comentar dentro de la línea del respeto, eres bienvenido para expresarte