Los Siete Espíritus Rectores se originan en las siguientes siete semejanzas, y derivan sus características individuales de ellas:
1. El
Padre Universal.
2. El
Hijo Eterno.
3. El
Espíritu Infinito.
4. El
Padre y el Hijo.
5. El
Padre y el Espíritu
6. El
Hijo y el Espíritu.
7. El Padre, el Hijo y el Espíritu.
Muy poco sabemos sobre la acción del Padre y del Hijo en la creación de los Espíritus Rectores. Aparentemente éstos fueron traídos a la existencia por la acción personal del Espíritu Infinito, pero se nos ha instruido claramente que tanto el Padre como el Hijo participaron en su origen.
En carácter y naturaleza espirituales, estos Siete Espíritus del Paraíso son como uno solo, en todos los demás aspectos de la identidad ellos son muy diferentes, y los resultados de sus funciones en los superuniversos son tales que las diferencias individuales de cada uno son obviamente discernibles. Todos los planes ulteriores de los siete segmentos del gran universo y aun los segmentos correlativos del espacio exterior han sido condicionados por la diversidad distinta de la diversidad espiritual de estos Siete Espíritus Rectores de supervisión suprema y última.
Los
Espíritus Rectores tienen muchas funciones, pero en este momento su ámbito específico
es la supervisión central de los siete superuniversos. Cada Espíritu Rector
mantiene una enorme sede central enfocadora de la fuerza, que circula
lentamente alrededor de la periferia del Paraíso, manteniendo siempre una
posición opuesta al superuniverso de su inmediata supervisión y en el punto
focal en el Paraíso de su control especializado de poder y distribución segmental
de la energía. Los rayos que limitan cada uno de los superuniversos
efectivamente convergen en la sede central en el Paraíso del Espíritu Rector
supervisor.
Fundación Urantia, “El libro de Urantia”, p. 202 – 203.
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