Gamal Abdel Nasser (1918-1970) lideró el nacionalismo árabe desde que tomó el poder en Egipto, en 1954. Con el rango de coronel, dos años antes había participado en el golpe de Estado militar que derrocó al rey Faruk. Sostuvo el panarabismo, planteamiento laico que buscaba la unión y el renacimiento árabe. Su propuesta socialista era autoritaria y antiliberal, contraria a los partidos tradicionales. Promovió asimismo el control estatal de la economía y generalizadas nacionalizaciones. Su política estuvo motivada por sucesivos golpes de efecto. Para financiar la presa de Assuán, clave en los proyectos reformistas, decretó la nacionalización del canal de Suez. El éxito de esta iniciativa lo consagró políticamente. Desde 1955 (Conferencia de Bandung) encabezó el movimiento de los no alineados, junto a Josip Broz Tito y Jawaharlal Nehru.
La formación de la RAU constituyó el cénit del nasserismo, que empezó a declinar con el fracaso de esta unión y, después, con la derrota árabe ante Israel en 1967. Aún propondría otras uniones árabes, la última con Siria y Libia, tras la revolución libia de Gaddafi (1969), de clara inspiración nasserista.
Nasser mantuvo que su socialismo, el cual negaba la lucha de clases y entendía que la igualdad de estamentos garantizaba la justicia social, tenía origen islámico. Era, quizá, únicamente un argumento legitimador, pues disoció la política de la religión.
Pese al fracaso parcial de sus planteamientos, tuvo siempre una enorme popularidad en Egipto.
Fuente:
Por Manuel Montero en Muy Interesante Historia, ‘El Islam. Los misterios de una religión’, Ed. Televisa, p. 93.
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