Era el año 1172 cuando Ahmad ibn Basu, conocido como "El príncipe de los alarifes", comenzó a edificar la mezquita almohade de Sevilla -convertida hoy en catedral-, de la que en la actualidad sólo se conservan el Patio de los Naranjos y el alminar llamado Giralda. En 1182 se dieron por finalizadas las obras y oficialmente se inauguró, aunque en realidad había partes que no estaban construidas. En 1198 ya se había completado un edificio tosco y sobrio, muy diferente a la cercana mezquita de Córdoba. El templo constaba de una planta rectangular que ocupaba unos 15,500 m2; alrededor del 60% de ese espacio estaba destinado a la sala de oración; el 40% restante lo ocupaban el patio y los pórticos. La zona de rezo incluía diecisiete naves separadas por arquerías de doce vanos. El patio sevillano estaba rodeado por pórticos de doble crujía en los lados Este y Oeste, y uno sencillo en el Norte, donde se abría la puerta principal, la actual Puerta del Perdón. La vida musulmana de la mezquita fue en realidad breve, porque en 1248 se consagró como catedral. En 1433 comenzó a ser paulatinamente destruida, mientras se iba construyendo el nuevo templo gótico. La torre superviviente fue modificada durante el Renacimiento, cuando se incorporó en su cúpula el conocido giraldillo.
Muy Interesante Historia, ‘El Islam. Los misterios de una religión’, Ed. Televisa, p. 86.
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