El nacimiento del Rey.
De la mano de Pelé, Brasil se coronó en Europa y mostró al mundo su calidad; Suecia fue el inicio del mejor futbolista en la historia.
El Mundial de Suecia de 1958 rompió con las tradiciones del torneo, pues se eligió nuevamente a un país europeo para ser sede, cuando el reglamento de FIFA estipulaba que se debía alternar de continente. Esa decisión repercutió para que se dieran sucesos memorables en el país nórdico, pues fue testigo del nacimiento de una leyenda: Pelé.
A sus 17 años, Edson Arantes do Nascimento deleito con su calidad y fue la figura de Brasil, que se convirtió en la primera selección en levantar el trofeo Jules Rimet en tierra ajena, pues por primera vez un país de América conquistaba el Viejo Continente.
El técnico Vicente Feola no alineó a Pelé en los dos primeros partidos (Austria e Inglaterra), pero en el tercero se peleaban el liderato del Grupo contra la Unión Soviética, entonces el estratega presentó a su nueva joya y le dio resultado, pues ganaron 2-0.
Brasil contaba con grandes jugadores, como Vavá, Didi, Garrincha y Mario Zagallo, quienes arroparon a Pelé desde el primer partido y éste, poco a poco, fue dando muestra de su calidad. En Cuartos de Final contra Gales, un gol suyo le dio el pase a Semifinales, donde se lució con un triplete para derrotar 5-2 a la selección de Francia.
En la Final, Brasil se enfrentó al anfitrión, Suecia con todo el apoyo de su gente quería culminar la fiesta levantando la Copa, pero no fueron capaces de intimidar a Pelé, que nunca se achicó y demostró su magia al marcar el 3-1 con un gol espectacular que sentencio el partido, que terminó 5-2.
Con cara de niño, pero con nivel de gente grande, Pelé se convirtió en la
estrella de una selección brasileña que comenzó a forjar su historia como los
amos del balompié
Por Víctor Casarreal en Récord Especiales, ‘Rusia 2018’, Ed. Notmusa, p. 159.
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