La historia del islam como poder militar dominante entró en punto muerto tras la derrota otomana en Lepanto. Pero fue precisamente el progresivo desequilibrio de fuerzas entre el mundo occidental y el islámico lo que propició un resurgir del espíritu de guerra santa a partir de los procesos de descolonización y, muy singularmente, de la aparición en escena de los muyahidín, grandes protagonistas en la invasión soviética de Afganistán (1979). Fue una guerra de guerrillas en la que imperó nuevamente el espíritu de la Cruzada y la guerra contra el infiel, pero en un escenario de desigualdad absoluta de tecnología y fuerzas. Los soldados del ejército irregular muhayid entendían que luchando contra el invasor extranjero se convertían en mártires con pasaporte al paraíso. Muchos de los guerreros afganos acudían al frente con versos coránicos tatuados en su piel, y voluntarios procedentes de todo el mundo islámico se unían a la causa para la expulsión del infiel.Afganistán
alumbró una nueva idea de resistencia basada en tácticas irregulares como, si
es que de tal cabe calificarla, el terrorismo. La guerra del Golfo en 1990
acrecentó el renacimiento de la guerra santa desde una posición de neta
inferioridad, en el que los atentados del 11 – S (Estados Unidos) y del 11 – M
(España) no son sino la punta del iceberg de un nuevo ideal de guerra santa.
Fuente:
Por Roberto Piorno en Muy Interesante Historia, ‘El Islam. Los misterios de una religión’, Ed. Televisa, p. 41.
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