Aprender es adquirir, modificar conocimientos, habilidades, estrategias, creencias, actitudes, conductas; incorporar la información, hacerla nuestra y saberla utilizar.
Ser un buen aprendiz es una combinación de características biológicas natas, heredadas y de otras adquiridas, piensa de forma inconsciente por la influencia familiar, social o cultural, bien sea por habilidades de estudio y manejo de informaciones aprendidas conscientemente.
Se ha discutido mucho en qué proporción influye la herencia y cual corresponde al ambiente, si la persona es “tabla rasa” o no. Si que debemos tener en cuenta que el aprendizaje típico del sistema escolar habitual, el que genera eso que solemos llamar “éxito escolar”, es decir, obtener buenas calificaciones, ir progresando en los estudios está bastante bien fundamentado, que depende no sólo de la inteligencia sino también de la motivación, la confianza en sí mismo, el entorno familiar, cultural y social.
La visión que tenemos ahora de cómo se produce el aprendizaje combina hallazgos de muy diversos estudiosos que se suelen clasificar en conductistas, cognitivistas, constructivistas, etc.
El conductismo pone el énfasis en la importancia que tienen los sistemas de castigo y recompensa, la importancia de fraccionar lo que hay que aprender en porciones pequeñas. La planificación programada de la enseñanza con fichas, objetivos, detalles en los que sea muy fácil determinar si se ha logrado o no.
Los cognitivistas enriquecieron la visión del aprendizaje, resaltando la importancia que tiene el desarrollo intelectual de la persona, las relaciones sociales, las influencias culturales, etc.
Estas escuelas proceden ideas muy comunes en la enseñanza como son la importancia que tiene la acción en el aprendizaje, que no sea una cuestión de estudio puramente intelectual, sino también de manipulación de objetos, práctica reflexiva, diálogo e intercambio entre los que aprenden, también se ha resaltado la importancia del dominio de los lenguajes como herramienta imprescindible para acceder a las superaciones intelectuales más complejas, y en la estrecha relación entre los cognitivo y lo emocional, que hace que la motivación sea imprescindible para la activación del aprendizaje.
Dentro de las teorías cognitivas, los constructivistas inciden en que el conocimiento es una construcción que hace el aprendiz, el que aprende selecciona la información y la organiza y la hace suya, de una forma personal, influido por sus creencias, sus actitudes, emociones, que son producto de su naturaleza biológica y de las influencias familiares, sociales y culturales que haya tenido.
Según esta visión, es importante que el profesor se vea como alguien que ayuda y colabora, pero viendo que el aprendizaje lo hace el estudiante, el estudiante es el protagonista, es él el que tiene unos conocimientos ya asentados y el que sobre ellos irá aprendiendo cosas nuevas.
Insisten en que es importante que se construya el aprendizaje sobre intereses y tareas muy conectadas con la moralidad, que se trabaje en el área de interés del estudiante, ni sobre lo que está todo muy conocido ni sobre lo que ya está alejado de sus intereses, capacidades, que es para él difícilmente asequible; y también subraya, el interés del aprendizaje cooperativo.
Como en estas teorías, las influencias sociales y culturales son tan importantes, el profesor debe esforzarse en cómo es el estudiante, saber la opinión sobre sí mismo, sus intereses, su visión del entorno familiar y social, porque cada estudiante tiene su estilo propio de construir el conocimiento, y hay que ayudarle en la medida de lo posible dentro de esas condicionantes.
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