Hattin (1187).
Como respuesta a las incursiones de Reinaldo de Chátillon en territorio musulmán, Saladino invadió el reino de Jerusalén, poniendo bajo asedio la plaza de Tiberíades. Un ejército de cruzados al mando de Cuy de Lusignan acudió al rescate, pero se internó en el desierto sin agua, en una maniobra suicida. Destrozados por la sed, los cruzados eran atosigados a distancia por los jinetes arqueros de Saladino. Camino de las fuentes de los Cuernos de Hattin, Lusignan y sus hombres sufrieron un goteo de bajas. Saladino mandó quemar la hierba seca para asfixiar los flancos del enemigo y, en una carga final irresistible, aplastó al ejército cristiano.
Navas de Tolosa (1212).
Fue planteada
como una cruzada por ambos bandos. En el ejército cristiano estaban
representados todos los reinos peninsulares, comandados por Alfonso VII de
Castilla, Sancho VII de Navarra y Pedro II de Aragón. Los almohades, guiados
por Muhammad An-Nasir (Miramamolín), desplegaron su fuerza con la temible
caballería africana en los flancos y contingentes de jinetes arqueros turcos.
Sin embargo, los cristianos encontraron un paso alternativo que los condujo
hasta la retaguardia enemiga y el monarca castellano destrozó las líneas
musulmanas con la caballería. Era el principio del fin del dominio musulmán en
la Península.
Por Roberto Piorno en Muy Interesante Historia, ‘El Islam. Los misterios de una religión’, Ed. Televisa, p. 39.
Comentarios
Publicar un comentario
Si deseas comentar dentro de la línea del respeto, eres bienvenido para expresarte