A finales de los años setenta del Siglo XX, una periodista británica relataba su viaje a Doha en un libro sobre la península arábiga. En él hacía referencia al jeque Khalifa Bint Hamad Al – Thani, abuelo del actual emir de Qatar, Tamin Bint Hamad Al – Thani. El mandatario, que entonces ocupaba el mismo cargo que ahora su nieto, aspiraba a ser un “líder de dimensiones globales”, lo que puesto en palabras de sus asesores se traducía en que era “consciente de su posición en la historia”. Tan pronto era recibido en el palacio del Elíseo por el entonces presidente de la República Francesa, Giscard d’ Estaing, como se presentaba de improviso en las obras de construcción que se acometían en Doha, para asegurarse de que “la consistencia del cemento fuera la adecuada”. Como parte de su tournée, al emir también le gustaba comprobar cómo iba el dragado de los terrenos que se ganaban al mar en West Bay, el distrito al noreste de Doha donde hoy se amontonan decenas de rascacielos frente a las aguas del Golfo Pérsico.
Sorna británica.
Hace casi 50 años, Qatar disfrutaba ya de la riqueza procedente del
petróleo descubierto en 1939 en Durkhan y empezaba a intuir la que le traería
el descubrimiento en 1971 de la mayor bolsa individual de gas natural del
mundo. El emirato había dejado de ser protectorado de Gran Bretaña y la
periodista se mofaba de los titulares de los periódicos sobre proyectos
millonarios para construir plantas industriales, como una de acero en alianza
con Japón. “Eso tendría sentido en una ciudad con mano de obra adecuada como
Cardiff”, la capital de Gales en Reino Unido. “¿Y quién va a trabajar allí,
japoneses importados?” Hoy Japón es uno de los principales socios comerciales
qatarís y la empresa a la que se refería es Qasco (Qatar Steel Company), una de
las mayores compañías de Qatar.
Y sí, Qatar tuvo que empezar a importar mano de obra no sólo de Japón sino del mundo entero, cualificada y sin cualificar, incluida la británica. Lo sigue haciendo, porque de los habitantes que tiene el país, sólo menos de 400 mil son qatarís, el resto son miles de trabajadores de países asiáticos como India, Nepal, Bangladesh, Sri Lanka o Filipinas… contratados la mayoría como mano de obra muy barata en los proyectos de infraestructura adjudicados por Qatar a compañías de todo el mundo.
América mon amour.
Desde 1995 a 2013, año en que abdicó en favor de su hijo Tamin Bint Hamad
Al – Thani, Qatar fue gobernado por el jeque Hamad Bint Khalifa Al – Thani, que
tuvo tres mujeres, una de ellas la jequesa Mozah Bint Nasser Al Missned, la
madre de Tamin. Su esposo, el Emir padre se graduó en la academia militar
británica de Sandhurst (la misma en la que lo hizo Winston Churchill) y allí lo
mandó a llamar su padre, el abuelo del Emir y enemigo político del padre de
Mozah, para proclamarlo príncipe heredero y ministro de Defensa. En 1995 dio un
golpe de estado incruento a su progenitor. A Hamad Bint Khalifa Al – Thani se
le considera el artífice de la modernización de Qatar y con frecuencia se han
referido a él como el Kennedy del Oriente Medio. Fundó el canal de televisión
Al Jazeera (isla en árabe) que jugó un papel importante durante las revueltas
de la primavera árabe. Su información ha irritado, en ocasiones, a sus vecinos
árabes. Todavía se cuenta la anécdota del comentario de Hosni Mubarak visitando
la sede central de la cadena en Doha: “Tanto ruido saliendo de una caja de
cerillas”. A veces también ha enfadado a Estados Unidos, pero el emirato es su
mejor aliado en Oriente Medio.
En suelo qatarí esta Al Udeid, la base militar americana más grande de la región, a la que se accede por “le mejor carretera” que según algunos españoles tiene Qatar. Multinacionales estadounidenses como Exxon – Mobil y ConocoPhillips cooperan como uña y carne en alianza con Qatar Petroleum (QP), la sociedad 100 % estatal, que gestiona todos los recursos del gas y petróleo qataríes, generando el 60 % del país. Pero también francesas como Total.
Igualmente, Estados Unidos aterrizó en las aulas qataríes; seis universidades americanas aceptaron una invitación jugosa de Qatar para establecerse en Education City; un gran campus universitario, ideado por Hamad Bint Khalifa Al – Thani, sin parangón en la región, que alberga instituciones educativas occidentales de prestigio, un parque tecnológico y Sidra, un hospital y centro para la ciencia y la investigación. En Education City Qatar ha invertido miles de millones de euros.
Fuente:
El Economista (España), Suplemento Especial, ‘Catar’, Sábado 17 de Enero de 2015, p. 2 – 3.
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