Yendo de viaje, Diógenes el cínico llegó a la orilla de un río torrencial y se detuvo perplejo. Un hombre acostumbrado a hacer pasar a la gente el río, viéndole indeciso, se acercó a Diógenes, lo subió sobre sus hombros y lo pasó complaciente a la otra orilla.
Quedó
allí Diógenes, reprochándose su pobreza que le impedía pagar a su bienhechor. Y
estando pensando en ello advirtió que el hombre, viendo a otro viajero que
tampoco podía pasar el río, fue a buscarlo y lo transportó igualmente. Entonces
Diógenes se acercó al hombre y le dijo:
-No
tengo que agradecerte ya tu servicio, pues veo que no lo haces por
razonamiento, sino por manía.
Moraleja:
Cuando servimos por igual a personas de buen agradecimiento, así como a
personas desagradecidas, sin duda que nos calificarán, no como buena gente,
sino como ingenuos o tontos. Pero no debemos desanimarnos por ello, tarde o
temprano, el bien paga siempre con creces.
https://es.wikisource.org/wiki/Di%C3%B3genes_de_viaje
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