Una vez en el Sur, Guerrero, en unión de sus adictos, se dedicó a combatir a quienes, destruyendo la legalidad, usurpaban el poder. Bustamante envío tropas que lo atacaran, pero que no lograron vencerlo, y entonces el gobierno usurpador recurrió a la felonía y a un agente capaz de practicarla: el traidor Picaluga.
Francisco Picaluga era un marino genovés cuyo bergantín, el Colombo, estaba anclado en Acapulco. Aprovechando su amistad con Guerrero, invito a éste a comer en el buque, y cuando lo tuvo a bordo, levó anclas y fue a entregarlo, en Huatulco, a un enviado de Bustamante. Por aquella villanía Bustamante pagó a Picaluga cincuenta mil pesos.
Las autoridades usurpadoras juzgaron a Guerrero, acusándolo de conspiración; lo condenaron a muerte, y lo fusilaron en Cuilapam, Estado de Oaxaca, el 14 de Febrero de 1831.
Al enterarse de la muerte de tan gran patriota, el pueblo se levantó airado y obligó a Bustamante a dejar la Presidencia. El almirantazgo de Génova (Italia) procesó a Picaluga y lo condenó a muerte.
Fuente:Generación 1960. Mi libro Historia y Civismo. Cuarto Grado, Ed. Comisión Nacional de Libros de Texto Gratuito, p. 86 – 87.
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