Sin embargo, De Coubertin y su equipo tendrían que luchar muy duro para llevar a cabo su propósito. En ese afán estuvieron dominados por la visión deportiva de Coubertin, según quien:
"El esfuerzo es la dicha suprema. El éxito no es una finalidad, sino un medio para ver más alto."
No sólo enfrentaron la indiferencia de las autoridades, sino hasta la oposición de muchas personas. En un hecho que llama la atención, la propia ciudad de Atenas rechazó inicialmente ser sede. Sin embargo, estos pioneros siguieron sus ideales y lograron lo que parecía imposible. En la primera semana de abril de 1896 el rey de Grecia inauguraba los Juegos de la Primera Olimpiada.
Hoy día el Comité Internacional Pierre de Coubertin, con sede en Suiza, resume así la visión que hace más de un siglo este pedagogo y pensador francés nacido en 1863 tuvo del movimiento olímpico:
"Para él, el movimiento olímpico significaba la avidez de saborear la plenitud de una cultura que confiere sentido a la vida, al oponer a la natural debilidad del hombre la confianza en la grandeza de su destino. A través de éste se va edificando un humanismo por encima de todas las tentativas filosóficas, científicas y artísticas para englobarlas en un mismo esfuerzo: permitir que cada uno se reencuentre, abarcando los acontecimientos en su significado universal."
Fuente:
Muy Interesante – “Gran Libro de las Olimpiadas. De Atenas 1896 a Beijing 2008”, Ed. Televisa, p. 12 - 13.
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