Desde 1975 la decisión fue que los equipos se dividieran en tres grupos, jugando en partidos de ida y vuelta con el ganador de cada sector avanzando a Semifinales, donde se agregaría el campeón vigente, que en esa oportunidad era Uruguay. Así, por primera vez se presentaron las 10 naciones de Conmebol, aunque divididas en grupos.
Perú atravesaba por el mejor momento de su historia, con un fútbol que había agradado en el Mundial México 70 y esta era una muy buena oportunidad para mostrarse ante los países vecinos, sustentado en una generación de auténticos cracks que dirigía Marcos Calderón.
Entre otros destacaban Teófilo Cubillas, Percy Rojas, Oswaldo Ramírez, Juan Carlos Oblitas, César Cueto y Héctor Chumpitaz, a los que se les sumaba Hugo Sotil, figura del Barcelona de España. Precisamente fue él quien viajó a última hora para estar en el tercer cotejo final ante Colombia y anotar el gol de la victoria Los peruanos tuvieron cierta dosis de fortuna para llegar a la cima porque en la semifinal de vuelta, ante Brasil, el marcador global estaba igualado 3-3 y debieron ir a un sorteo, el cual ganaron y les permitió acceder al choque con los colombianos.
Cuatro años más tarde, en 1979, Paraguay tuvo su hora más gloriosa al vencer a Chile después de tres finales. En la ida goleó 3-0, luego cayó 1-0 y en el encuentro decisivo, disputado en el Estadio José Amalfitani, de Buenos Aires, empataron 0-0, por lo que el marcador global le resultó suficiente.
Poco después, a finales de ese mismo año, Olimpia de Asunción se consagró campeón intercontinental, en lo que resultó el mejor año de la historia para el fútbol de los guaraníes. El arquero Roberto Fernández, Carlos Kiese, Milcíades Morel y Julio César Romero eran algunos de los paraguayos más destacados de la época.
Argentina, bajo la conducción de César Luis Menotti, contó por primera vez con Diego Maradona, aunque no pasó de la primera ronda en buena medida por presentar un cuadro de suplentes. Tampoco Uruguay pudo ir más allá de esa instancia.
En 1983 Uruguay alzó la copa, aunque su actuación siempre estuvo signada por el dolor luego de la fractura que padeciera Fernando Morena, el más grande artillero charrúa de todos los tiempos, en un juego ante Venezuela. Durante las semifinales Brasil, que era dirigido por Carlos Alberto Parreira, tuvo la suerte de su lado gracias al sorteo que ganó frente a Paraguay, en Uberlandia, y pasó al duelo por el título contra los uruguayos, quienes tenían a Ornar Borras en el banquillo
Los orientales exhibían a varios talentos como el joven Enzo Francescoli, de River Plate de Argentina, Wilmar Cabrera y Venancio Ramos, entre otros. Quedo para el recuerdo en la final de ida una lúcida acción de Francescoli, cuando ejecutó un tiro libre y convirtió, pero la jugada fue invalidada. Entonces, El Príncipe, como le apodaban, tiró de nuevo y anotó otra vez, abriendo la cuenta en una jornada donde Uruguay ganó 2-0. Ese margen le permitió igualar 1-1 en Brasil para coronarse.
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