Fray Sebastián de Aparicio, lego franciscano, introdujo en México el uso de las carretas tiradas por bueyes, las cuales ayudaron grandemente al desarrollo económico del virreinato.
Don Vasco de Quiroga, obispo de Michoacán se convirtió en verdadero padre de los naturales de esa región; construyó iglesias, colegios, hospitales; fundó el Colegio de San Nicolás y dio impulso a los oficios y a las artes. Debido a su consejo, en cada pueblo se adoptó un oficio determinado, cuyo aprendizaje se heredaba de padres a hijos: la calderería de cobre, en Santa Clara de los Cobres; la herrería y cerrajería, en San Felipe de los Herreros; la mueblería e instrumentos musicales, en Paracho; el tejido de colchas, en San Juan de las Colchas. Estas acertadas disposiciones formaron notables artífices y artesanos cuyas obras todavía podemos admirar.
Fray Juan de Zumárraga, primer obispo de México, fue decidido protector de los indios; los defendió frente a los abusos de los miembros de la primera Audiencia y de los encomenderos.
Estableció fray Juan el Hospital del Amor de Dios, en el predio que la Academia de San Carlos ocupa hoy en la Ciudad de México. Dicho hospital estaba destinado a los enfermos contagiosos. Fundó también un hospital en Veracruz, ciudad en aquellos tiempos muy malsana.
En unión del virrey Mendoza, fray Juan introdujo en la Nueva España la primera imprenta, así como una gran cantidad de bestias de carga, especialmente burros, que aliviaron mucho el trabajo de los indios.
Fuente:
Generación 1960. Mi libro Historia y Civismo. Cuarto Grado, Ed. Comisión Nacional de Libros de Texto Gratuito, p. 39 – 40.
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