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Organización Económica de la Nueva España

Para resolver los problemas comerciales del Nuevo Mundo se fundó en España la Casa de Contratación de Sevilla.

A petición de Cortés, y por orden de rey Carlos V, México recibió de España lo siguiente:

a) Diversas plantas y semillas: trigo, arroz, caña de azúcar, limoneros, granados, naranjos, etcétera.

b) Varias especies de animales: caballos, burros, gallinas, ganado lanar y vacuno, etcétera.

c) Aperos de labranza: arados, rastrillos, palas, picos, azadones, etcétera. También otros útiles y herramientas.

d) Hombres expertos que enseñaron nuevas formas de cultivo y nuevas industrias: la cerámica vidriada, la curtiduría, la elaboración de bordados y tejidos, la cría del gusano de seda, la fabricación de la cera, etcétera.

México dio al mundo:

Productos vegetales desconocidos en Europa: el cacao, el cacahuate, la vainilla, el aguacate, el tabaco, el maíz, algunas variedades de frijol, el jitomate, el camote, el chicle, el hule, el guayule, el henequén, el palo de Campeche, la cochinilla o grana, el añil, etcétera.

Propiedad de la tierra.

En la Nueva España existían dos formas de propiedad: la comunal y la privada.

La tierra era de propiedad comunal cuando pertenecía a un grupo de individuos, o a un pueblo, a cuyo sostenimiento se le destinaba; y de propiedad privada cuando pertenecía a una sola persona, que la obtenía como merced del rey de España, en pago de servicios, o por despojo hecho a los indios.

Con el tiempo se formaron lo latifundios, o sea, grandes extensiones de tierra que pertenecían a un solo individuo o a las comunidades eclesiásticas.

La encomienda y la organización del trabajo.

Para recompensar a los españoles que habían conquistado México, o que habían prestado otros servicios al rey, éste ordenó que se les repartiesen tierras, encomendándole al mismo tiempo a los indios de algún pueblo o de pueblos circunvecinos, para que los colonizadores los cristianizaran y cuidaran. A esta concesión se le denominó encomienda, y al español que la recibía, encomendero.

En vez de cumplir con la obligación de cristianizar y cuidar a los indios, el encomendero se dedicó a explotarlos, sometiéndolos a rudos trabajos, en el campo o en las minas.

Los indios se convirtieron en peones mediante los salarios míseros, el exceso de trabajo y las tiendas de raya, en las cuales estaban obligados a comprar.

El trabajo industrial se hacía en los pequeños talleres artesanos, o en los obrajes. En el taller artesano trabajaba un maestro, con licencia expedida por el ayuntamiento. Auxiliaban al maestro dos o tres oficiales que recibían salario, y unos cuantos aprendices, que el maestro estaba obligado a enseñar, y que, con el tiempo, mediante examen, se convertían en oficiales. Los oficiales, a su vez, para ascender a la categoría de maestros, necesitaban sustentar examinante varios peritos nombrados por el gremio. Los más de los artesanos formaban parte de agrupaciones religiosas llamadas cofradías. Cada cofrade pagaba una cuota mensual, con la cual se sostenía el culto de algún santo. La cofradía pagaba al cofrade los gastos de enfermedad y, en caso de muerte, el importe del sepelio.

Los obrajes eran pequeñas fábricas en que el dueño ponía a trabajar, a cambio de un salario, grupos más o menos numerosos de individuos. Las condiciones de trabajo de los obrajes eran durísimas, y a los que trabajan en ellos, en su mayoría se les reclutaba entre los condenados por delitos graves. Desde el año de 1569 el trabajo de los obrajes se reglamentó; pero todavía en 1803, al visitar Humboldt uno de ellos, se asombró del mal trato que allí recibían los trabajadores.

El comercio con el exterior.

Durante los primeros siglos de la dominación española, la corona impuso grandes prohibiciones al comercio; éste sólo podía efectuarse, con España, por Veracruz, y, con las Filipinas, por Acapulco. México importaba de España, entre otros productos, aceite, vinos, telas; y de Filipinas, sedas, porcelanas y otros artículos valiosos traídos en la Nao de China.

A cambio de los productos mencionados, la Nueva España exportaba oro, plata, cochinilla, vainilla, cacao, algodón, etcétera.

Con frecuencia, las embarcaciones españolas eran apresadas por corsarios o piratas europeos, lo que ocasionaba muchas pérdidas a España. En ocasiones los filibusteros saqueaban las ciudades costeras.

Mucho tiempo después, Carlos III expidió ordenanzas que facilitaran el comercio, con lo que aumentaron las ganancias de España y mejoró la situación económica del Virreinato.

Comercio con el interior.

La llegada de los barcos mercantes a la Nueva España era motivo de grandes fiestas. Para vender los productos que las naves traían se organizaban ferias.

Sólo el gobierno podía vender pólvora, tabaco, sal, nieve, naipes y mercurio. Lo hacía en tiendas llamadas estancos. Con los demás productos podían comerciar los particulares.

El comercio estaba casi acaparado por españoles peninsulares, que transportaban las mercancías en animales de carga, desde Veracruz y Acapulco hacia el interior del país.

La agricultura no progresó en la Nueva España por las siguientes razones:

  • Por la falta de vías de comunicación.
  • Por la prohibición de cultivar ciertas plantas, algunas tan útiles e importantes como la vid y el olivo, medida con que se libraba de la competencia a los agricultores de España.
  • Por el mal reparto de la tierra.

La minería tenía gran importancia en la Nueva España, para ello concurrieron:

  • Las facilidades y concesiones que se otorgaron a los mineros.
  • El interés del rey, en virtud del tanto que recibía la corona.
  • La ventaja de disponer de mano de obra muy barata mediante la explotación de los indios y los negros.

Fuente:
Generación 1960. Mi libro Historia y Civismo. Cuarto Grado, Ed. Comisión Nacional de Libros de Texto Gratuito, p. 32 – 37. 
App CONALITEG Digital. Generación 1960. Cuarto Grado. Mi libro Historia y Civismo.

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