A Jesús lo esperan impacientes cientos de personas que han acudido a escucharlo, muchas de ellas llegan de Perea y Judea y han sido bautizadas por Juan, por lo que están interesadas en saber más sobre las enseñanzas del nuevo Mesías.
El Maestro posee una gran sabiduría y una integridad perfecta en sus relaciones con sus discípulos, es realmente un catedrático de humanos por lo que ejerce enorme influencia sobre los demás a causa de la fuerza y el encanto de su personalidad. Persuade espiritualmente por su forma de adiestrar, colmada de dominio, con lógica aguda, a la fuerza de sus frases, en su penetrante inteligencia, en su brillante serenidad y excepcional tolerancia; además es humilde, íntegro y decidido. Junto a toda esta influencia manifiesta del Maestro, también destacan los encantos espirituales dé sencillez, misticismo, bondad, amabilidad y naturalidad.
Jesús, con su ejemplo en cada una de sus acciones, logra la conquista como recompensa al sacrificio del orgullo y egoísmo, ya que cuando muestra sensibilidad, libera al espíritu de rencor, agravios, rabia, ambición de poder y venganzas maliciosas, por lo que cada día, las personas que lo siguen y escuchan, sobre todo los apóstoles, ponen todos sus sentidos a la labor de curar a los enfermos, no únicamente de padecimientos del cuerpo, sino además, del alma.
Jesús no pide a los demás acciones que él no está dispuesto a llevar a cabo o que ya ha realizado, que vivan ejemplarmente para cuando los demás humanos vean sus vidas como ejemplares y se vuelvan fieles al reino. Todos los examinadores de la verdad sinceros, están gozosos por escuchar la buena nueva de la gracia de la fe, la cual asegura la admisión en el reino a quien la siga sinceramente. Jesús señala, sin lugar a dudas, que está en la Tierra para edificar relaciones personales y eternas de hermandad espiritual íntima, que debe extenderse a todos los humanos de todas las épocas, de todas las condiciones sociales, de todos los pueblos, así: Conocerán la verdad y esta, los hará libres.
Para estar seguro de que Dios, su Padre, será reconocido, Jesús puntualiza que prefiere iniciar su labor con los pobres, la clase que precisamente ha sido despreciada por la mayoría de las religiones de épocas anteriores y esa acción, él no se la permite ya que su aspiración es universal. Este modelo de vida se acerca a la máxima perfección, incluso a la bondad infinita del Padre Universal.
Con estos sólidos argumentos del espíritu, mente y corazón de Jesús, los apóstoles reconocen la amistad sin engaños por parte del Maestro. Juan percibe claramente que, con todo y sus atributos divinos, Jesús es humano, que vive como un hombre entre los hombres, los comprende, ama y sabe cómo guiarlos y esto lo anima para continuar con su labor de apóstol del Hijo de Dios.
Los Grandes. Jesús, Editorial Tomo, p. 109 – 110.
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