Después, Jesús habla ampliamente sobre la familia terrenal, con principios y similitudes con la familia celestial, en donde son aplicables, invariablemente, las dos leyes fundamentales de la vida: el amor incondicional por los padres, cabezas de familia y el amor entre los hijos y hermanos, como a uno mismo. Hay que seguir las características esenciales de la vida familiar y su práctica en la relación existente entre Dios y el hombre, por lo que una verdadera familia está fundada, principalmente en:
• Las relaciones naturales y los fenómenos de semejanza física están encadenados en la familia, ya que los hijos heredan ciertos rasgos de sus padres. La energía de su personalidad obedece al actuar de los padres. La relación de padre a hijo es característica en toda la naturaleza y rocía todas las existencias vivientes.
• Confianza y satisfacción. Los padres auténticos experimentan un gran gozo complaciendo las necesidades de sus hijos aunque muchos padres también disfrutan asegurándoles su bienestar.
• Educación. Los padres sabios planean cuidadosamente la educación y la preparación adecuada de sus hijos e hijas desde que son jóvenes, para afrontar adecuadamente los mayores compromisos de la vida," adulta.
• Disciplina y limitación. Los padres previsores disciplinan, dirigen, corrigen y restringen, cuando es necesario, a sus hijos jóvenes e inexpertos.
• Amistad y fidelidad. El padre cariñoso lleva una relación íntima y amorosa con sus hijos. Está siempre dispuesto a escuchar sus peticiones y preparado para compartir aflicciones y apoyarlos en sus conflictos. El padre está totalmente inmerso en el bienestar gradual de sus hijos.
• Amor y ternura. Los padres compasivos sencillamente perdonan, no alimentan ideas de venganza contra sus hijos, ellos no son como jueces, enemigos o acreedores. Las familias verdaderas están cimentadas sobre la tolerancia, paciencia y perdón.
• Preceptos a futuro. Los padres gustan de legar una herencia para sus hijos. La familia continúa de una generación a la siguiente ya que la muerte sólo acaba con una generación para marcar el comienzo de la próxima, termina una vida individual, pero no necesariamente la de la familia.
Cuando los apóstoles escuchan estas definiciones, recuerdan las palabras de Juan durante el bautismo de Jesús, quien es llamado Hijo divino que cuenta con toda la confianza del Padre Universal, ha estado con el Padre y lo comprende plenamente, vive su vida terrestre a la entera satisfacción del Padre, lo que le permite entender totalmente a la humanidad.
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