Sin embargo, sus biógrafos y críticos se han planteado algunos interrogantes sobre su repentina decisión de ingresar al convento tras haber permanecido una temporada, aparentemente feliz y exitosa, en la corte novohispana: ¿Una decepción amorosa? ¿Incompatibilidad entre su origen modesto y 'bastardo' y el selectivo mundo de la aristocracia virreinal? ¿O acaso una crisis de conciencia considerada quizá como una 'primera conversión' o crisis?
Sor Juana aclara muy poco respecto a su decisión en sus testimonios:
"Éntreme
religiosa porque aunque conocía que tenía el estado cosas (de las accesorias
hablo, no de las formarles) muchas repugnantes a mi genio, con todo, era para
la total negación que tenía al matrimonio, lo menos desproporcionado y lo más
decente que podía elegir en materia de seguridad que deseaba de mi salvación; a
cuyo primer respeto (como al fin más importante) cedieron y sujetaron la
cerviz todas las impertinencillas de mi genio, que eran de querer vivir sola;
de no querer tener ocupación obligatoria que embarazase la libertad de mi
estudio, ni rumor de comunidad que impidiese el sosegado silencio de mis
libros. Esto me hizo vacilar algo en la determinación hasta que alumbrándome
personas doctas de que era tentación, la vencí con el favor divino, y tomé el
estado que tan dignamente tengo".
Para algunos sorjuanenses, ella buscaba únicamente 'La Verdad' — su verdad—, por el único camino que la atraía apasionadamente: el del conocimiento. Para éstos mismos parece que no hay interrogantes ni misterios en la resolución irrevocable de Sor Juana: "se trazó una línea recta, la más corta en su época, para alcanzar su objetivo". Otros han sondeado persistentemente su poesía para buscar respuestas en cuanto a sus supuestos amores y desamores durante el 'periodo mundano'. Y otros más, señalan que simplemente trataba de "continuar los estudios, y seguir en el centro de la vida intelectual de la capital, como en efecto sucedió". Hasta la fecha no se ha podido acabar de descorrer el misterioso velo que nos deje claro cuál fue la verdadera causa que determinó su decisión de tomar los hábitos.
El padre Núñez de Miranda "maduró y abrevió cuanto pudo aquella entrada de Juana Inés al Convento, porque habiendo conocido la discreción y gracia en su hablar, lo elevado de su entendimiento y lo singular de su erudición junto con su belleza física, atractivos todos a la curiosidad de muchos que desearían conocerla y tendrían por felicidad el cortejarla, solía decir que no podía Dios enviar azote mayor a aqueste reino, que si permitiese a la joven se quedara en la publicidad del siglo."
Hay quien dice que Sor Juana nunca tuvo vocación religiosa. Sin embargo, existen alrededor de ella suficientes razones para afirmar lo contrario. Si ella no hubiese tenido sobradas razones para aceptar la obediencia monástica, ni el padre Núñez Miranda, ni el clero en pleno, ni el virrey, ni nadie, la hubieran podido obligar a ingresar en el Convento, pues "no hay un solo acto en su vida que no haya sido dirigido por la siempre meditada determinación de su voluntad".
De mí misma soy verdugo y soy cárcel de mí misma...
Sor Juana.
Los Grandes Mexicanos – Sor Juana Inés de la Cruz, Editorial Tomo, 3° edición, p. 49 – 51.
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