Si bien las elecciones habían sido hasta allí una mera fórmula ante la indiferencia del pueblo, al acercarse las de 1910 las cosas cambiaron debido a varias circunstancias. La principal fue la declaración que Porfirio Díaz hizo a un periodista norteamericano, llamado James Creelman, a quien dijo que consideraba a México maduro para la democracia; que vería con gusto la formación de partidos políticos, y que estaba dispuestos a sostener al candidatos elegido por la mayoría de los mexicanos.
Francisco I. Madero
escribió una obra que en el acto se hizo célebre: La sucesión presidencial, y
se formaron diversos partidos, entre ellos uno muy importante, el Anti
reeleccionista.
Madero, que era el
candidato visto con mayores simpatías, recorrió el país y, con sus discursos,
arrastró tras de sí al pueblo animándolo a ejercer los derechos cívicos en las
elecciones que se aproximaban. Su entusiasmo y la sinceridad con que hablaba le
atrajeron muchos partidarios; pero cuando ya se acaba la fecha de las
elecciones fue encarcelado.
En esa forma, las
elecciones de 1910 fueron una burla hecha al pueblo. Porfirio Díaz se proclamó
vencedor y siguió ocupando la Presidencia.
Entonces se desencadenó la Revolución, que fue acaudillada por Francisco I. Madero.
Fuente:
Generación 1960. Mi libro Historia y Civismo. Cuarto Grado, Ed. Comisión Nacional de Libros de Texto Gratuito, p. 156 – 157.
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