Se declaró enemigo
del régimen de Porfirio Díaz desde que éste se reeligió por penúltima vez (1904), y empezó a luchar porque fuera
efectiva en México la democracia. No obstante pertenecer a una de las familias
mexicanas más ricas, creía que en nuestro país eran indispensables las reformas
de orden social en beneficio de los campesinos y los obreros. Propuso a
Porfirio Díaz que continuara siendo el Presidente indiscutible, pero que
iniciara la libre elección del Vicepresidente de la República. Como Porfirio
Díaz no aceptó, Madero se puso al frente del movimiento político que
desembocaría en la Revolución del 1910.
Madero se
singularizaba por su nobleza, su bondad y su apego a las virtudes cívicas.
Mientras ejerció el poder, se respetaron todas las garantías individuales y
todos los derechos del ciudadano. Bajo su gobierno, la libertad de prensa
alcanzó límites desconocidos antes en México. A quienes una vez le reprochaban
que no hiciera pronto la paz de la República, él les contestó: “Es cierto. Mi
gobierno no logra hacer la paz, pero los derechos, las libertades y las
garantías que se van conquistando en todas las entidades de la nación valen más
que la paz”. Aquella respuesta ponía de
manifiesto el espíritu del maderismo y
contrastaba con lo que había sido aspiración suprema del régimen porfiriano:
conseguir la paz a todo trance, es decir, a costa de las libertades y los
derechos.
Madero fue un gran
orador. Sus discursos, siempre sinceros, generosos y humanos, conmovían a las
multitudes. México no sólo recuerda a Madero: venera su memoria.
Generación 1960. Mi libro Historia y Civismo. Cuarto Grado, Ed. Comisión Nacional de Libros de Texto Gratuito, p. 162.
App CONALITEG Digital. Generación 1960. Cuarto Grado. Mi libro Historia y Civismo.
Comentarios
Publicar un comentario
Si deseas comentar dentro de la línea del respeto, eres bienvenido para expresarte