“El celoso no es celoso por lo que ve, con lo que se imagina, basta”
Jacinto Benavente.
Se dice que los celos “son una señal de inseguridad”, pero, ¿Qué demuestra la Biología al respecto? He aquí algunas reflexiones con base en la evidencia que se conoce hasta el momento.
“El apego a los celos conduce, negra sombra de la codicia es”
Maestro Yoda, Star Wars III: La venganza de los Sith (2005).
El Maestro Yoda no se equivoca al advertir de los abominables celos, esa emoción que acompaña muy de cerca a nuestro amor por alguien y que, por lo regular, tachamos de negativa: esa especie de lado oscuro de nuestras relaciones personales que nos lleva (en más ocasiones de las que desearíamos y de forma en apariencia paradójica) a acosar, avergonzar y lastimar a quienes queremos y etiquetamos como “propiedad exclusiva”, sobre todo cuando de relaciones románticas se trata.
Los celos son reprochables; según los escritores y filósofos, mas no según los científicos. En todo caso y de acuerdo con numerosas investigaciones, si bien los celos pueden ser percibidos como reprobables, su existencia es explicable y, aunque sea con riesgos de muy diversa magnitud (preguntemos, si no, a Desdémona, una de sus más célebres víctimas), su efecto puede ser principalmente benéfico no sólo para la supervivencia de nuestra especie, sino también para muchas más, incluyendo a los perros y otras especies animales.
Fuente:
Por Luis Javier Plata Rosas en Revista Algarabía No. 125 Febrero 2015, p. 44 – 48.
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