La vida de la mayoría de los aztecas era bastante dura y difícil. Los macehuales se levantaban antes del amanecer, las mujeres preparaban la masa para hacer tortillas que acompañaban los alimentos; además, limpiaban la casa y lavaban la ropa. Los hombres se dedicaban a cultivar la tierra y a la construcción de casas, templos y otros edificios; también se preparaban para la guerra y elaboraban diversas artesanías, que luego comerciaban en el mercado.
Los nobles, los jefes militares, los sacerdotes y los ricos, generalmente comerciantes, vivían cómodamente y contaban con servicios y esclavos. La forma de vestir distinguía a las clases sociales, los hombres usaban un ceñidor o faja llamado maxtle, se cubrían además con una manta o tilmatl que se anudaba en el hombro. Las mujeres usaban una falda o cueitl y el huipil, una especie de blusa sin mangas. Calzaban sandalias de cuero o de fibras vegetales. Calzaban sandalias de cuero o de fibras vegetales. Los ricos llevaban el mismo tipo de ropa pero con mejores materiales y mantas de colores, así como adornos de piedras preciosas y plumas.
La educación era rígida, se iniciaba en el hogar con la práctica de quehaceres domésticos. Los niños eran acostumbrados al baño diario y a permanecer limpios, a alimentarse sanamente y a dormir poco para tener una mayor resistencia física. Se inculcaba el respeto a los mayores especialmente a los ancianos. Continuaba la educación en escuelas como el Telpochcalli, en donde se instruían para la agricultura y para la guerra; o en el Calmecac, donde se preparaba a los futuros gobernantes, sacerdotes y jefes guerreros, ahí aprendían astronomía, religión, astrología, derecho, historia, adivinación, entre otras disciplinas. Las artes, especialmente el canto, la oratoria y la danza se promovían y practicaban en el Cuicacalli.
El tiaquiz (tianguis – mercado).
Era motivo de júbilo y admiración la llegada de los pochtecas, quienes traían desde tierras muy lejanas gran variedad de productos: aves, hierbas medicinales, sal, algodón, metales, plumas, que exponían en los mercados, como el de Tlatelulco. Comerciaban mediante trueque, utilizando como moneda complementaria semillas de cacao, sal o piedras preciosas.
La herencia prehispánica.
Muchos conocimientos se perdieron con la conquista, al morir los sabios sacerdotes y al ser destruidos los códices; a pesar de ello, los indígenas legaron al mundo valiosas aportaciones en diversos campos del conocimiento.
Permanencia de la lengua náhuatl.
La lengua española se enriqueció con palabras de origen náhuatl, llamados nahuatlismos. Son nombres de lugares, vegetales, animales y productos diversos.
Otras aportaciones.
Los conocimientos sobre las propiedades de las plantas para curar diferentes enfermedades.
Por último, la cocina internacional ha incluido diversos platillos de origen azteca.
Fuente: Supertareas 4, Fernández Editores.
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