La Copa de Campeones de Europa, instaurada en el lejano 1955, dejó de existir como tal en 1992 para dar lugar a un nuevo formato de competencia con otra denominación: Champions League. “Es un cambio para que los clubes modestos puedan competir con los poderosos”, explicó el sueco Lennart Johansson, entonces presidente de la UEFA.
El naciente torneo comenzó el 19 de Agosto de 1992. Ese día, en una ronda preliminar, aparecieron ocho clubes de esos a los que Johansson se refería como modestos: KÍ Klasvik (Islas Feroe), Skonto (Letonia), Valleta (Malta), Maccabi Tel – Aviv (Israel), Olimpija Ljubljana (Eslovenia), Norma Tallinn (Estonia), Shelbourne (Irlanda) y Tariya Simferopol (Ucrania).
El torneo siguió su marcha y en la etapa previa a la fase de grupos se registró la primera sorpresa: el campeón vigente y uno de los principales favoritos para ganar la flamante Champions estaba ya eliminado. El Barcelona de Johan Cruyff fue echado en su propia casa por el CSKA Moscú.
Para el diario español El País, aquel 4 de Noviembre de 1992 fue “la noche más negra que recuerda el Camp Nou”.
El hecho hizo eco… En Italia, Silvio Berlusconi, presidente del AC Milán, lamentó el adiós prematuro del Dream Team, ya que anhelaba vivir una final entre Blaugranas y Rossoneris.
“Es lo que quería ver todo Europa”, aseguraba el magnate antes del sorteo que definiría los dos grupos que tendría la competencia. “Faltará un grande y será un duro golpe para el continente”, enfatizaba Silvio.
Con el Barca fuera, el camino parecía allanado para que el Milán lo tomara rumbo a su quinto título de Europa. No obstante, Bernard Tapie, máximo jerarca del Olympique de Marsella, alzó la voz: “Vamos a llegar lejos”.
Aunque el OM era tetracampeón de Francia y había sido subcampeón europeo en 1991, los comentarios de Tapie le provocaron críticas por osados, pero él recordaba que dos temporadas atrás, en los cuartos de final de la Copa de Europa, el Olympique había superado al Milán. “No veo por qué ahora no podamos hacerlo, aunque prefiero que sea en la final”, declaró el dirigente.
Sorteo sospechoso.
A los polémicos Tapie y Berlusconi los unía una gran amistad, la cual dio origen a un serio rumor. Se dijo que juntos intentaron influenciar a la UEFA para que pusiera a sus clubes en grupos distintos de forma que pudieran toparse hasta la instancia definitoria. Jamás se comprobó nada, pero, tras el sorteo, Marsella quedó en el grupo A y Milán en el B.
El cuadro francés dirigido por Raymond Goethals y el equipo italiano adiestrado por Fabio Capello se abrieron camino hasta la final y cumplieron el deseo de sus propietarios.
Ambos clubes llegaron invictos, aunque los Milanistas lo hicieron ganando sus seis partidos del grupo.
Por esa racha y por el peso histórico del Milán la obligación de quedarse con el cetro recaía en sus jugadores. Capello difería: “No somos favoritos”.
Goethals, con su experiencia de 34 años como entrenador, se notaba muy tranquilo: “Si perdemos, no vamos a suicidarnos; al menos, yo no”.
Al Olympiastadion de Múnich llegaron cerca de 60 mil aficionados; se habló de que desde Milán arribaron 20 aviones, tres trenes, 100 autobuses y tres mil automóviles. Sin embargo, el partido no correspondió a las expectativas generadas.
Tras 90 minutos, el club francés se quedó con un triunfo mínimo gracias a un gol de cabeza del defensa Basile Boli, sobreviviente del Olympique que en 1991 había perdido la final europea ante el Estrella Roja. “De ese equipo quedábamos Di Meco, Pelé, yo… y supimos transmitir al plantel lo pesado que era cargar una derrota así”, recuerda el zaguero.
Capello lamentó la derrota: “Tuvimos varias ocasiones de anotar, de haberlo hecho estaríamos hablando de nuestras cinco copas, pero nadie debe dudar de que Milán entregó hasta la última gota de sangre”.
El OM levantó el trofeo, pero pronto cayó en desprestigio pues la UEFa anunció que tres días antes de jugar la final europea había intentado comprar jugadores del Valenciennes en la liga francesa para evitar el desgaste de sus futbolistas antes del juego ante Milán.
Como consecuencia, el Olympique perdió su título de liga y se le impidió participar en la siguiente Champions, aun siendo el monarca. Eso no alteró el orgullo de Tapie: “Demostramos estar a la altura de Barcelona o Milán”, concluyó.
Fuente:
Publicado en Futbol Total. Historia de la UEFA Champions League. 1992 - 2013, Editorial Grupo Medios, p. 8 - 10.
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