Fue en el Barrio Azul donde la cosquillita del catch, y más tarde del futbol, le llegaron al Maestro Lagunero, Blue Panther.
“Mi hermano ‘El Chato’, que hoy es carnicero, comenzó a practicar lucha libre en la Arena Maciste, que quedaba más o menos a una cuadra del mercado, justo en la calle Juárez. Era 1970, aproximadamente, y ese año tuve mi primer contacto con los costalazos, pues él debutó con unos tenis medio rotos o rotos y medio, un calzón y una toalla; fui a verlo y de allí me empezó a gustar, 2 o 3 veces tuve la oportunidad de ir pero como no tenía dinero para la entrada y mi hermano no tenía gran nombre no le daban chance de meter a nadie.
Si me iba mal trabajando en la mañana y le debía dar a mi mamá algo de dinero, de plano no me alcanzaba, así que hablaba con el Señor Maciste y él entonces me metía a vender refrescos y cervezas; al inicio de la función vendía un poco y luego me escondía para que no me cacharan viendo la lucha. Casi siempre se presentaban elementos locales como los Hermanos López, los Hermanos Peña, El Moro (papá del Espanto Jr.) y Chito Sandoval, entre otros”.
Dos hechos provocaron que se alejara del pancracio: primero, cerraron la Arena Maciste y segundo, la familia se mudó a la Zarco y Rayón. La euforia del futbol soccer lo marcó, así que jugaba en el Parque La Victoria, donde hoy es la Presidencia Municipal; era tal su condición física que jugaba al mismo tiempo con los equipos de ‘La Verónica’, ‘Barrio Azul’, con los del ‘Mercado JRV’ y en el equipo de la escuela. Incluso fue seleccionado en la división laguna a nivel local, luego de que su profesor le viera talento y buenos recursos como cuando jugaron ante el Instituto Francés de La Laguna.
“Fuimos a jugar futbol allá, de hecho recuerdo con cariño a ‘La Juanona’, Miguel y Tomás Serna, pero también practiqué basquetbol, beisbol y karate, ya que todos queríamos ser como Bruce Lee, que estaba de moda”.
A finales de 1973, en la Zarco y Rayón, Panther conoció a Chava, ‘La Maestra’, al ‘Pata’ y Samuel, quienes trabajaban para la refresquera ‘El Barrilito’, donde fue repartidor. La zona que les correspondía era La Alianza y la Colonia San Joaquín. Ya había terminado la primaria, sus hermanas Chila y Manuela junto con él, aún seguían en el mercado. ‘El Feo’, que también estaba algo jovencito, estaba en el Ejército Mexicano, en Monterrey, Nuevo León; ‘El Chato’, quien había abandonado su deseo de ser luchador, seguía pegado a las carnicerías del mercado. Los cuates de la Zarco y Rayón eran ‘El Borrego’, Fabiola, ‘El Chino’, ‘El Pata’ y Román; algunos de ellos son médicos o gerentes de fábricas trasnacionales, aunque algunos se prepararon más que otros, al igual que Panther conservan el deseo de verse cuando se puede y recordar aquellos días.
“De la Zarco y Rayón nos volvimos a mudar a una cuadra de allí, 6 o 7 meses nos quedamos y por exceso de pago de renta nos fuimos a Victoria y 5 de Febrero, a casa de Doña Vicenta. En aquel entonces yo ya cursaba la secundaria. Cerca, estaba el Deportivo Ferrocarrilero, las funciones eran los domingos a las 7:30 y programaban a El Moro, Ciclón Villegas, Tito Sandoval, Bruno Villa, Centella Azul, Bobby Barrera, El Espanto Jr., o sea El Moro Jr., que ya andaba haciendo sus pininos, Los Alvarado, etc. Llegué otra vez como aficionado y cuando no tenía para entrar, le hacía mandados a Doña Dora, una señora que vendía gorditas. Para entonces trabajaba en un mercado popular, allí también hice amigos empacadores como Panchito, ‘El Campeón’, Rubencillo y Checho, pero no duré mucho porque mi hermano se salió. Luego me fui a trabajar con un árabe, Don Alejandro Manzur, que vendía ropa de segunda. También trabajé con un chino, de los primeros que llegaron a la Comarca con el negocio de los bufetes, Don Raúl Wong, en la Dulcería Juanito.”
Estamos hablando de finales de 1974, inicios del siguiente. Nuevamente se mudaron, ahora a la Josefa Ortiz, a media cuadra de la arena de luchas. Tantos cambios, en vez de desestabilizarlo lo acercaban a su destino final: el gotch. Él veía los combates y para ese entonces había nacido Beto, su sobrino, a quien cuidó debido a que su hermana era enfermera y se lo encargaba. “Los miércoles colgaban la programación en la tarde o jueves en la mañana, yo me llevaba a mi sobrino al mercado y cuando pintaban el cartel con el tinte rojo lo manchaba como si fuera su sangre, a veces compraba pedazos de tela adhesiva y le hacía vendoletes, como luchador”.
En La Josefa, sus amigos eran ‘El Muñeco’, ‘La Rana’, Los Noriega, ‘El Jefe’, ‘El Rodo’ y Juan ‘El Largo’, era un taxista. Como vivían a una cuadra de la arena, Genero veía pasar a los luchadores, los perseguía incluso; su amigo Miguel fue a entrenar primero pero sólo por un día, pues como vivía en el mercado y le “quedaba muy lejos”, unas 15 calles, no regresó.
Genaro Vázquez Nevares, que ya tenía 15 años de edad, por fin se animó a ir por su cuenta propia al deportivo, “hablé con El Moro y él, a su vez, platicó con Héctor López para que me arreglara con él para que entrenara”. Ese señor me miró de arriba abajo y me dijo: “vente mañana y charlamos”. Llegué puntual y acordamos que me cobraría $5 la clase, entrenaba descalzo, nada más con short y playera. Me puso a hacer sentadillas, lagartijas, abdominales, cuello y en media hora me acabó. Al día siguiente no podía sentarme, ni caminar, ni comer, ni dormir, pensé que esto no era para mí pero prefería seguir, empezó a enseñarme lo que era la lucha y así inicié, bajo el mote de ‘El Cachorro’.
Fuente: Por María Teresa Medina en Luchas 2000 Año 8 Especial #34, 8 de Octubre de 2008, p. 5 – 6.
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