Hablar de Villano III, es referirnos a uno de los luchadores más importantes del mundo de los costalazos. De los 5 hermanos que conforman la Dinastía Imperial, Villano III es quien al inicio de su carrera trascendió inmediatamente por su singular carisma, su imbatible llave que siempre iba seguida de su particular silbido y que a la postre, logró que el público se sintiera identificado y lo acompañará en ese acto.
Es uno de los gladiadores con más lesiones, las cuales se reflejan en su rostro y dejan testimonio de un sin número de combates sangrientos que la mayoría fueron protagonizados en el desaparecido Toreo de Cuatro Caminos, el Palacio de los Deportes, en la Monumental Arena México y entre tantas arenas grandes y chicas, con enormes triunfos que le valieron máscaras, cabelleras y campeonatos durante muchos años de carrera profesional.
Desde sus inicios fue bautizado como la Pantera Rosa por el Señor Isaías Noriega, esto se debió a que constantemente renovaba el equipo que posteriormente portaron sus hermanos (Villano I y Villano II, q.e.p.d) y más adelante cuando se integraron los Villanos IV y Villano V.
Villano III nació un 21 de Enero de 1953 en la Ciudad de México, en la colonia 20 de Noviembre, fue el tercero de cinco hermanos que han dado tantas alegrías y dolorosas derrotas en los cuadriláteros. Hijo del reconocido Ray Mendoza (q.e.p.d), de quien quiso seguir los pasos dentro de los encordados al igual que sus hermanos (Villano I y Villano II), Villano III ha puesto el nombre de la Dinastía Imperial con letras doradas a nivel nacional e internaciona y en esta entrada, de varias que se dedicarán a esta gran leyenda viviente, se abarcará la etapa de su infancia.
La primera sonrisa y llanto de un ídolo.
Un hombre que nació con sangre de luchador, desde muy pequeño enfrentó una vida con carencias económicas pero no con limitantes, por lo que a los 6 años conoció la victoria obteniendo su primera medalla, y a partir de este triunfo supo que si vida estaría ligada a la lucha libre por completo.
A lo largo de su carrera fue demostrando profesionalismo, entrega, conocimiento, valor, garra y astucia para derribar a sus oponentes, su gran don de amistad, su gran carisma con el público que lo ha distinguido a lo largo de su carrera y sobre todo su particular sencillez.
Sí, un luchador innato que nació para dejar plasmado en el mundo de los costalazos una historia, por lo que actualmente es considerado como una leyenda del pancracio mexicano, ese es Villano III.
Arturo Díaz Mendoza es el tercero de 8 hijos y sus padres fueron Don José Díaz Velázquez (Ray Mendoza) y Guadalupe Mendoza Hurtado, quienes formaron una familia llena de amor aunque de escasos recursos.
Su niñez transcurrió en la Colonia 20 de Noviembre en la calle de Rotograbados No.69, vivía en un pequeño cuarto de 4 x 4 hecho de láminas y con piso de tierra e incluso dormía encima de costales rellenos de tierra y arena. De acuerdo a palabras de Villano III, pasaban los roedores cerca de las vigas que sostenían el techo, y que teniendo como 4 o 5 años, sus hermanos mayores lo acostaban en medio de ellos para protegerlo del frío. Posteriormente, su padre hizo un esfuerzo enorme para que vivieran mejor, así que rentó una casa en la calle de Carroceros No. 56, en la Colonia Morelos, entre Tapicería y Sastrería, que ahora es Congreso de la Unión.
Cursó la primaria en la escuela Julio Zárate, en la calle de Hojalatería. En aquel entonces no tenía televisión y en las tardes, terminando su tarea, sus hermanos mayores lo llevaban a ver la tele a una casa dónde pagaban por disfrutar un poco de esa diversión.
La pelea con el Gran Nicolai.
Desde muy pequeño le gustaba el baile y cuando tenía 9 años, su hermano Villano II lo lleva a una fiesta donde podía practicar sus pasos, en medio de la nada y sin esperarlo, una muchacha lo sacó a bailar y entonces se le acercó un joven como de 15, para reclamarle, inició un gran pleito pero como era de esperarse, les sacaron las navajas a su hermano y a él, dándole a su hermano un piquete en la altura del riñón y a él en la parte de la espalda baja; acabada la bronca, se fueron a casa. Estuvieron acostumbrados a lidiar con ese tipo de personas y aunque se criaron en el barrio, peleaban limpio, sin necesidad de las armas, pero muchos no pensaban así, pues a pesar de que procuraba no meterse en problemas, también le tocaba, era gente muy brava.
Sus hermanos y él se ganaron el respeto a base de las peleas callejeras, porque si se dejaban los iban a agarrar de su puerquito, aunque por lo regular los respetaban debido a que sabían meter las manos y a que su papa era muy conocido en el barrio. Básicamente su infancia y adolescencia estuvo rodeada de malandrines que se querían sobrepasar con uno, pero a ellos sólo les quedaba defenderse.
Estando en secundaria, por el rumbo de Congreso de la Unión, ya tenía la noción de la lucha. Unos muchachos le querían quitar su dinero, se defendió y cuando salió de la escuela, como a las 6 de la tarde ya lo estaba esperando un niño con 10 más, a los que les decían “Los Carreros”. Se empezó a pelear con él y los demás se le dejaron venir, para golpearlo, lo hicieron por todas partes, trató de cubrirse lo más que pudo pero le alcanzaron a dar en los testículos, que con el paso de los días se le inflamaron, le tuvo que decir a su mamá de los sucedido y cuando su papa llegó de una gira le dijeron; resultó que quien le pegó tenía 20 años, 7 más que él. De esa pelea lo tuvieron que operar.
Una tarde los llevó su papá al gimnasio, eran vacaciones y se subieron a asolear, desde ahí se veía el ring y se dio cuenta de cómo se ejercitaba un niño, le preguntó a su papá si aceptaban a los de su edad y entonces lo llevó al gimnasio, al ver al supuesto niño le vió el bigote, era un señor, que estaba enano. Entonces su papá lo hizo enfrentarse a él y aprendiera la lección de que no anduviera faroleando con lo que es. Ese hombre al paso del tiempo se hizo luchador profesional y adoptó el nombre del Gran Nicolai.
Villano I y II, un soporte muy grande en su niñez.
Empezó a practicar la lucha libre olímpica a disgusto, porque él quería practicar la libre profesional, o sea la del figureo, donde existían los vuelos acrobáticos. Su padre lo puso a entrenar la olímpica con figuras como El Vikingo, Aníbal, Chico Hernández para que al paso del tiempo se convirtiera también en profesional. El Vikingo lo regañaba porque decía que él sólo quería puro figureo, palabra que se convirtió en un modismo entre los luchadores, muy usual actualmente aunque pocos saben de donde viene esa expresión.
Sus hermanos mayores lo cuidaban bastante, lo protegían, se esmeraban porque tuviera alegrías, había mucho amor de ellos hacia él, lo enseñaron a enfrentar los problemas de la vida dándole las armas necesarias, todo su apoyo mutuo, eran su escudo pero llego el momento en que lo dejaron emprender el vuelo tanto en lo personal como en lo profesional y, de acuerdo a sus palabras, una parte de lo que es se lo debe a sus hermanos.
El día 6 de Enero para él siempre fue de emoción, a pesar de sus carencias nunca se quedo sin Reyes Magos, pero en una ocasióna su padre le tocó trabajar y estar fuera de la ciudad, y sus hermanos mayores, al ver que no iba a recibir sus regalos, se pusieron las pilas y Villano I la hizo de Rey Mago al darle un patín del diablo hecho de madera.
Hay una frase que en esa época tenía su padre: “Somos pobres pero muy bastos, por eso siempre trabajo muy duro para que nunca nos falte lo más indispensable, como casa, comida y sustento”.
Su primer medalla a los 6 años.
Su padre los llevaba a entrenar a los Baños Gloria cuando sus hermanos y él se portaran bien, ahí supo que él era luchador y en ese momento empezó a admirarlo. En ese gimnasio, situado en Ferrocarril de Cintura, en la Colonia Morelos, tuvo sus primeras bases de lucha libre.
En los Baños Gloria empezó su entrenamiento, sus profesores fueron Andrés Reyes y el Acorazado Moreno, quienes le enseñaron las bases de la lucha, así como los estilos olímpica, intercolegial y grecorromana, pero Chico Hernández fue quien lo indujo a la profesional. A los 6 años ganó su primera medalla representando al Club Reyes, obteniendo su primer título Nacional Infantil.
Así inició el peregrinar luchístico del futuro Villano III, el deporte profesional ya ansiaba su presencia.
Desde pequeño supo ganarse la vida.
Desde muy pequeño empezó a trabajar, lo hacía porque le gustaba tener su dinerito y no porque le hiciera falta, ya que sus padres le daban lo necesario, pero realmente a él le gustaba trabajar. Estuvo en una panadería y en una ocasión con lo que ganó le llevó una bolsa de pan a su madre, eso lo hizo sentir muy bien, también trabajó en una planchaduría, vendió gelatinas, bordó escudos y así como fue que desde muy chico empezó a valorar las cosas que uno obtiene con su esfuerzo.
Con padres honestos, siendo guerreros y no dejándose vencer por nada, con valores, sin ser egoísta ni envidioso, sólo justo, gracias a eso conserva muchas amistades que le demuestran su cariño, afecto y reconocimiento.
Su padre era de carácter fuerte pero nunca dejó de demostrar su amor y cariño, nunca pasó una Navidad fuera de casa, pues no todo es el dinero o la comodidad, él los acompañó en los momentos que más lo necesitaban y si no, contaban con su mamá, quien era la base de la familia, ella les daba amor y consejos.
Después su padre decidió que era mejor irse de la Colonia Morelos, pues en ese entonces ya estaban sus otros hermanos y hermanas, precisamente por eso él no se sentía tranquilo, dado que era un ambiente muy pesado, así que por eso llegaron a la Jardín Balbuena.
Fuente: Por Alma Díaz Valero en Luchas 2000. Especial Edición 37. Villano III. El último rey, p. 2 – 6.
Dios mío!
ResponderBorrarGracias Almita... Me ha encantado!
Es lo mejor q he leído acerca de mi padre hasta el momento
Porque hiciste una biografía basta con lo más significativo y relevante
(No sé si sea biografía o estoy mal, porque faltan detalles)
Pero definitivamente es lo mejor que he leído hasta el momento acerca de mi padre!
Lo de "El último Rey" me ha fascinado
Gracias por tu amor a mimi padre.