Para optimizar el aprovechamiento de los satisfactores disponibles, un elemento fundamental es jerarquizar las necesidades humanas. Una primera gran clasificación, permite distinguir dos categorías principales:
· Primarias: También conocidas como vitales, cuya satisfacción resulta imprescindible para garantizar la sobrevivencia. La alimentación o el acceso al agua serían un ejemplo.
· Secundarias: También conocidas como necesidades de civilización o de segundo orden, incrementan el bienestar del individuo. Son aquellas que, una vez cubiertas las primarias, pueden ser atendidas con los recursos disponibles.
Para establecer una distinción más detallada de las necesidades, se puede recurrir a la jerarquización realizada por el psicólogo estadounidense Abraham Maslow, conocida como Pirámide de Maslow, en la que se encuentran los cinco estadios o niveles de necesidades humanas, en función de la prioridad con que deben ser atendidas; es decir, cada uno de dichos estadios sólo será considerado, cuando las necesidades que le preceden han sido cubiertas.
La pirámide de Maslow se desglosa de la siguiente manera:
· Fisiológicas: Alimentos, agua, dormir, aire, vestido.
· Seguridad: Vivienda, Salud, Trabajo.
· Pertenencia: Familia, Amistad, Amor.
· Autoestima: Perfumes, Adornos.
· Autodesarrollo: Educación, Valores.
La clasificación de las necesidades puede abordarse tomando como referencia criterios diversos, pero desde el punto de vista de la escasez de satisfactores, existen dos modalidades de necesidad: la económica (es decir, aquella para la cual se cuenta con medios escasos para ser satisfechas, como la alimentación) y la no económica (que se puede cubrir con recursos cuya disposición es ilimitada, como la luz solar o el aire).
Fuente: Vive la Economía 2 (Progreso Editorial).
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