En 1758 comenzó la construcción del edificio que hoy conocemos como Antiguo Convento de Betlemitas, de la que se encargó Lorenzo Rodríguez, un afamado arquitecto de la época quien también construyó el Sagrario de la Catedral Metropolitana. El nuevo edificio contaría con el área de convento y claustro principal, noviciado, área de servicios y 16 accesorias comerciales. La obra tardó 10 años en concluirse.
Para comprender la distribución de las áreas del convento, la circulación, forma y los motivos que lo decoran, es necesario imaginar cómo era la vida de los frailes. En las constituciones de la orden de los betlemitas se estableció que sus votos eran: obediencia, pobreza, castidad y hospitalidad. Así, se instruía a los religiosos a proceder “devotos” en la iglesia y el coro, “silenciosos” en los dormitorios y claustros, “recogidos” en las celdas; “oficiosamente piadosos” en las enfermerías y “modestos, penitentes y edificativos” en las calles y plazas.
¿Cómo contribuía el edificio a mantener dichos estados? Aunque la construcción es imponente y refleja un estilo barroco de fines del siglo XVIII con rasgos incipientes neoclásicos, la decoración no es profusa y crea a un ambiente profundamente religioso.
El claustro principal, en el interior del edificio, era un lugar que invitaba a la oración y al recogimiento. En su diseño original tenía una fuente –elemento relacionado con Cristo como fuente de agua viva- y jardines que, junto con la decoración floral, remitían al paraíso.
Los jardines también se asocian con la curación física y espiritual, por lo que esta decoración en el claustro de un convento hospitalario estaba claramente vinculada al trabajo de los frailes.
En la decoración del lugar podemos encontrar el escudo de la orden: una estrella de ocho picos y las tres coronas de los reyes magos, acompañadas de la oración: “Gloria a Dios en el cielo y paz en la tierra a los hombres”. Este emblema está relacionado con Belén, lugar donde nació Jesús, considerado el primer hospital cristiano. No es extraño que los betlemitas ubicaran ahí su lugar de origen.
La decoración también tiene motivos florales y un cornucopia o cuerno de la abundancia. Las flores que están representadas en el claustro se asocian a la flor del árbol de esquisúchil, un árbol nativo americano con propiedades medicinales y del que se decía que era milagroso. El hermano Betancourt había sembrado uno de estos árboles en Guatemala y por ello la orden lo tomó como un motivo para decorar el patio.
Fuente: MIDE-Museo Interactivo de Economía.
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