Los que triunfan no son los que no se equivocan, sino los que aprenden de sus errores, cometer errores es casi la única manera de aprender algo. Un niño nunca aprende a conocer que la estufa está caliente hasta que se quema los dedos en ella. Los que fracasan son aquellos que se desaniman por sus errores. De nada sirve desesperarnos o llorar. Progresamos sencillamente por vigilar nuestros errores y corregirlos. Andar no es nada más que una sucesión de caídas. Si caemos, caigamos hacia adelante; después levantémonos y probemos otra vez.
Fuente: "Palabras de oro. Alimento del alma", Ed. Aguilar.
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