En México, el 1 y 2 de Noviembre son días reservados para agasajar a nuestros difuntos, con ceremonias populares que los invitan a regresar y visitamos en este mundo terrenal, ofreciendo vistosas ofrendas elaboradas amorosamente hacia ellos, pero las ofrendas tiene significados que hay que tomar en cuenta, por lo general se le ofrecen aquellas cosas que disfrutan en vida. En muchos lugares de nuestro país se realizan festividades masivas, destacándose las siguientes.
Mixquic.
San Andrés Mixquic, ubicado en la Delegación Tláhuac de la Ciudad de México, es uno de los lugares más visitados el Día de Muertos. La creencia popular dice que las ánimas empiezan a llegar al pueblo desde el 1° de Noviembre a las 12 del día, cuando el Sol pasa por el cenit. Al día siguiente, a las 4 de la tarde se escuchan las campanas del Convento Agustín y las familias de Mixquic, en un acto solemne de profundo respeto y silencio, se dirigen al camposanto. Ahí, entre flores de cempasúchil y veladores encendidas se instalan para iniciar el culto a sus muertos. Son momentos conmovedores de recuerdos, risas, cantos y rezos.
Para esta celebración, los habitantes de este pueblo ancestral se preparan desde mediados del mes de Octubre. En sus casas colocan estrellas de papel con un foco en medio, que se retira hasta el 3 de Noviembre y cuya finalidad es guiar con la luz a las almas que llegan de visita.
Oaxaca.
Aquí la tradición del Día de Muertos inicia a mediados de Octubre, cuando los mercados se abren y muestran un despliegue de colores y sabores. Se podrá disfrutar de los productos característicos de la temporada, como el mole negro, la calabaza en conserva, las manzanitas de tejocote, el nicuatole y el pan de muerto, y todas esas ofrendas son colocadas en los los Altares de los Muertos.
“Llevar los muertos” es la costumbre en Oaxaca, que consiste en obsequiar a parientes y amistades de la familia una dotada muestra de las viandas que integran la ofrenda de muertos. Los altares son colocados sobre una mesa forrada con un mantel o papel picado. En las patas frontales de la mesa se amarran cañas de azúcar, a las que se les da la forma de un arco por donde se les da la bienvenida a las almas visitantes.
Oaxaca es un magnífico destino para vivir de cerca esta celebración de culto, fiesta e historia. El Panteón General, año con año, se ilumina con más de 2 mil veladoras, y se hace un concurso de Altares de Muertos, piezas únicas en el mundo elaboradas con el ingenio y creatividad de los oaxaqueños.
Pátzcuaro.
Los festejos en este bello pueblo de empinadas calles empedradas y casas de techos de teja inician el 31 de Octubre con la cacería de pato con el que se preparan platillos para la ofrenda. Los panteones se visten de amarillo con flores de cempasúchil y lucen impactantes con la conmovedora iluminación de miles de veladoras.
Hay desfile de catrinas, eventos alusivos a la temporada con rituales tradicionales y admirar los altares monumentales que se elaboran en esas fechas. Sin lugar a dudas un vivo ejemplo del patrimonio cultural de México.
Fuente: Los Grandes Misterios del Tercer Milenio.
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