El archiduque Fernando Maximiliano de Habsburgo y su esposa, la princesa belga Carlota Amalia, llegaron en Mayo de 1864 a ocupar el trono de México y fundar el Segundo Imperio.
El gobierno de Maximiliano.
Para disgusto y sorpresa de los conservadores, Maximiliano era un monarca de ideas liberales y gobernaba según sus principios.
El emperador negó concesiones a los sectores conservadores más radicales y alejó de la administración pública a los personajes de mayor influencia. A estos últimos los envió fuera de México a realizar labores diplomáticas. Al mismo tiempo, solicitó apoyo republicano en los asuntos del imperio, incluso llamó a Juárez, pero éste se negó a colaborar con los invasores.
Maximiliano ratificó las leyes de la República contenidas en la Constitución de 1857 como las garantías individuales y la libertad de cultos, trabajo y prensa. Esta medida le hizo perder el apoyo del clero y del ejército que resultaban afectados, sobre todo por las expropiaciones y la supresión de los privilegios.
Así, el emperador perdió el apoyo conservador y francés. Defraudó las expectativas de grandeza de los primeros y fue incapaz de organizar el Imperio en medio de una guerra, emprendida por el pueblo mexicano ansioso de gobernar los destinos de su propio país, sin intervención extranjera.
La resistencia nacional.
Las tropas de Benito Juárez defendieron la República y la soberanía nacional con todos los medios a su alcance.
De 1862 a 1867 Juárez y su gabinete recorrieron casi todo el país en acopio de armas y apoyo.
Además, organizaron un ejército regular y otro irregular (guerrilla).
Los guerrilleros, conocidos como “chinacos”, eran jóvenes patriotas poco experimentados pero llenos de confianza en la justicia de su lucha. Muchos periódicos y boletines defendieron el derecho de los mexicanos a gobernarse por sí mismos. Los liberales no daban tregua a las tropas imperiales.
La derrota del Imperio.
Maximiliano, desesperado ante la debilidad de su gobierno intentó abdicar, pero aconsejado por sus colaboradores reorganizó el ejército. Se puso al frente de sus tropas para combatir a los liberales que amenazaban desde el norte y se dirigió a Querétaro, donde poco después fue sitiado y hecho prisionero.
Fieles al emperador se encontraban a su lado los generales Miguel Miramón y Tomás Mejía. Los tres fueron sentenciados a muerte y fusilamiento en Junio de 1867 al pie del cerro de las Campanas en la ciudad de Querétaro.
Fuente: Supertareas 4, Fernández Editores.
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