Los economistas empezaron a estudiar el crecimiento económico de largo plazo, la inflación y los pagos internacionales desde mediados del siglo XVIII, y estos trabajos fueron el origen de la Macroeconomía. La Macroeconomía moderna surgió a partir de la Gran Depresión, durante una década de desempleo elevado y producción estancada en toda la economía mundial (1929 – 1939). Durante la peor época de la depresión en Estados Unidos, en 1933, la producción de granjas, fábricas, tiendas y oficinas era de sólo 70 % comparada con la del año 1929, y el 25 % de la fuerza laboral estaba desempleada. Estos fueron años de pobreza humana en una escala que es difícil concebir hoy en día. También fueron años de pesimismo extremo acerca de la capacidad de la economía de mercado para funcionar de manera apropiada. Muchas personas creían que la propiedad privada, los mercados libres y las instituciones públicas democráticas no podrían sobrevivir.
La ciencia económica no tenía soluciones para la Gran Depresión. El principal sistema alternativo, basado en la producción central y el socialismo, parecía cada vez más atractivo para muchas personas. Fue en este clima de depresión económica y agitación política e intelectual, que emergió la macroeconomía moderna, con la publicación en el año 1936 de La teoría general de la ocupación, el interés y el empleo, de John Maynard Keynes.
La teoría de Keynes planteaba que la depresión y el desempleo elevado resultaban de un gasto privado insuficiente, y que para resolver estos problemas, el gobierno debería aumentar sus gastos. Keynes se enfocó primordialmente en el Corto Plazo. Quería resolver un problema inmediato, independientemente de las consecuencias de largo plazo de la solución, debido al argumento de que, según Keynes, “en el largo plazo todos estaremos muertos”.
Pero Keynes sospechaba que una vez que la economía se recuperar, los problemas de largo plazo como la inflación y bajo económico retornarían. Y sospechaba que su alternativa para la depresión (el aumento del gasto gubernamental) podría desencadenar la inflación y reducir la tasa de crecimiento de la producción a largo plazo.
Para finales de la década de los sesenta, las predicciones de Keynes se volvieron realidad. La inflación aumentó, el crecimiento económico se desaceleró y el desempleo aumentó. Las causas de estos problemas apuntan a una conclusión ineludible: los problemas de largo y de corto plazo están entrelazados y es más útil estudiarlos de forma conjunta.
En la actualidad, la Macroeconomía estudia tanto el crecimiento económico y la inflación de largo plazo, como las fluctuaciones económicas y el desempleo a corto plazo.
Fuente: Vive la Economía II, Editorial Progreso; M. Muñoz – Macroeconomía, versión para Latinoamérica (Editorial Pearson Educación).
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