Se han soltado los vientos, madre, y es bueno que me fueras dando para comprar un papalote en figura de sol: grande y colorado, la armazón de carrizo y los tirantes de hilacho. No quiero, como otros años, comprar un papalotito de popotes, hecho con papel de china y los tirantes de engrudo, para no más ir corriendo por la calle, contra el viento, sin que se sostenga sólo con el aire, ni se atore en los alambres de la luz, ni con cualquier rabieta caiga al suelo y se rompa. Iré al campo, hasta el algodonal, o a las trojes… Si no quieres, madre, que vaya tan lejos, subiré a la azotea; verás qué bonito, sin necesidad de correr, el aire coge mi papalote; yo tendré que hacerme fuerte para que no me lleve; si colea, no será para caerse; verás que bonito irá subiendo, aprisa, casi arrancándome el hilo de las manos; en lo alto, madre, la figura del sol parecerá que se ríe, y yo tendré el gusto de sujetarla y moverla a mi antojo, como si moviera y sujetara, con un cordón, al sol de veras, títere de mis juegos.
El cielo está azul parejo, no hay una nube, y los vientos, madre, se han soltado.
Fuente: SEP. Español. Quinto Grado. Lecturas (1972).
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